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La política peruana es impredecible
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Tres presidentes en siete días. Vizcarra, asumió como vicepresidente en la plancha de PPK renunciante (vacancia inminente); Merino, de fugaz presidencia asumió con una impopularidad generada por la discutible (no necesariamente ilegal) interpretación del concepto de incapacidad moral permanente (utilizado en otros procesos de vacancia), hoy deslegitimado por las calles; y Sagasti, fundador del Partido Morado (explancha de Guzmán para el 2021), hombre de centro izquierda, de buen discurso y aparentemente honesto. El actual presidente genera favorables expectativas, asume con un discurso apropiado para las circunstancias, “de lujo”, dirían algunos, olfatea bien lo que necesita el país tras las marchas y la coyuntura.
El mandato de Sagasti es corto en plazo pero trascendente para el país, su labor principal será generar estabilidad, certidumbre y garantizar elecciones limpias y transparentes. En paralelo, el Ejecutivo deberá controlar la pandemia e impulsar la reactivación económica sentando las bases para lo que sería el quinquenio 2021-2026 coincidente con el Bicentenario.
Cuatro presidentes, nueve gabinetes: PPK (Meche y Zavala), Vizcarra cinco (Villanueva, Del Solar, Zeballos, Cateriano, Martos), Merino (Flores-Aráoz); Sagasti (Violeta Bermúdez) y dos Congresos en menos de cinco años. Escenario de incertidumbre, agravado por la pandemia con crisis económica (aunque la economía no venía bien antes del COVID-19) y desnudando las falencias estructurales en la “salud” del país.
Sagasti tendrá una importante labor que cumplir en aras del futuro del Perú y su gobernabilidad, necesitará un pacto político con el Congreso y aplacar las expectativas populares, interpretando a una generación que creció en otro contexto en la era digital.
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