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La vida no es justa y las leyes tampoco
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“La vida no es justa. Es tentador creer que el Gobierno puede rectificar lo que la naturaleza ha engendrado; pese a que todos nos beneficiamos de la misma injusticia que deploramos.
Cuando la ley interfiere con la búsqueda de los valores propios de las personas, estas intentarán encontrar la forma de evitarla. Eludirán la ley, romperán la ley o se irán del país.
Cuando la ley contradice lo que la mayoría de la gente considera moral y apropiado, la violarán, ya sea que la ley se promulgue en nombre de una idea noble como la igualdad o en el interés de un grupo de personas a expensas de otro. Solo el miedo al castigo, y no el sentimiento de justicia y moralidad, llevará a la gente a obedecer la ley.
Cuando la gente comienza a violar un conjunto de leyes, la falta de respeto a la ley se extiende inevitablemente a las demás, incluso a aquellas que todos consideran morales y adecuadas”.
Estas ideas que, con descarnada crudeza y simpleza nos transmite M.Friedman en “Free to Choose”, responden a por qué en el Perú las leyes se violan sistemáticamente y grafica la causa de la alta informalidad (70%).
Obligar a la gente a pagar altos y muchos tributos ahuyenta al grueso de la población a aceptar contribuir con el país, así como someterlas al yugo de las retrógadas leyes laborales que tanto defiende la IRA (izquierda retrógada y atolondrada) o forzarlas a lidiar con una ineficaz burocracia, limita el desarrollo de todos.
Un país con más de 30,000 leyes, que colisionan entre sí e imponen restricciones y cargas medievales al pueblo, es inviable. La mejor ley es la que no existe o no se necesita. Aliviemos la ya injusta vida. Menos leyes.
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