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En legítima defensa
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La semana pasada, el vocero de Fuerza Popular, Carlos Tubino, presentó un proyecto de ley que busca eximir de toda culpabilidad penal a aquellos propietarios que causen la muerte de aquellos asaltantes que infiltren su domicilio, sin que el método de defensa utilizado sea proporcional.
El proyecto levantó polémica entre los legisladores y no faltaron aquellos que la tildaron de fascista, palabra que ciertamente ya traspasó la esfera de su significado, llegándose a emplear para cualquier acción o ley que vaya en contra de la ideología del crítico, así esta carezca de cualquier evidencia verídicamente totalitaria. Otros evocaron al líder italiano a Matteo Salvini para reforzar esta teoría, cuando en realidad, Italia cuenta ya desde hace tiempo con leyes como la presentada.
La propiedad, núcleo de seguridad y confort, donde depositamos los frutos de nuestro trabajo, debería ser aquel armazón inexpugnable donde solo el propietario decide a quién invitar u hospedar. Pero sobre todo es donde se refugian nuestros seres queridos y donde los padres establecen el nido de protección de los mismos.
Si en altas horas de la madrugada, un ladrón se cuela en una casa portando un arma blanca, burlando los aparatos de seguridad, un padre o madre de familia no debería vacilar, por miedo a posteriormente ser sujeto de denuncias y pasar por el averno que es el Poder Judicial, en emplear cualquier método de defensa contra el infiltrado, así este sea desproporcionado respecto al que utiliza el maleante.
Solo basta imaginarse el potencial daño que un ladrón armado podría causarle a nuestros familiares al ser descubierto; podría generar un daño irreversible o incluso la muerte. Solo esta semana, el serenazgo de San Isidro, frustró la invasión de un domicilio por dos hampones que, luego de una persecución y un intercambio de balas, lograron huir. ¿Y qué hacen quienes no tienen el lujo de tener el resguardo de efectivos de serenazgo?
El mundo sería otro si la maldad no existiera y si todos pudiésemos vivir en apacible entendimiento. La tasa de homicidios del país es cada vez más alta y la inseguridad se palpa más que nunca. Definitivamente, hay cosas que pulir en la ley, pues no es cuestión de entregarle carta blanca a los portadores de armas, pero debemos defender nuestra legítima defensa a repeler a aquellos que quieren hacernos daño a nosotros y a nuestros seres queridos.
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