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Luis Davelouis: Los 90 otra vez (I)
“Hace tiempo que en algunos espacios, que se llaman a sí mismo periodísticos, la verdad ha dejado de importar. Esto es un negocio, aquí se vende primero y, si alcanza, se informa”.
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Un diario y un par de conductores de TV toman como cierto el testimonio –por supuesto, sesgado– de una ex funcionaria pública en contra del gobierno. No sucede lo mismo con la réplica del acusado: esta se toma con pinzas y se le ningunea. Por si acaso. El histrionismo pesa más que los argumentos porque eso es lo que vende.
Un diario acusa en primera plana a la embajada de Francia de ser cómplice del intento fallido de Humala y Heredia de refugiarse en dicha sede diplomática aprovechando una festividad sin presentar una sola prueba ni testimonio de primera mano –o ya, qué importa, de tercera– que afirme que existía un complot. La nota ni siquiera está firmada, parece que se escribió sola. El director de ese diario estuvo a cargo de dos diarios chicha de lo más virulentos que disparaban con titulares dictados desde el SIN contra cualquier opositor o competidor del régimen de Alberto Fujimori.
Un canal de televisión de señal abierta pone a leer las noticias y a opinar sobre ellas a una persona condenada y encarcelada por difamación agravada. Puede ser un error, quizás. Luego, el mismo canal invita a Laura Bozzo para apoyar la lucha contra el feminicidio. Pocas personas han humillado a más gente que Laura en sus programas de televisión en los que, por dinero, se compraba la dignidad y los testimonios falsos de hombres, mujeres y niños. Por plata, Bozzo hizo que en su programa una mujer le pase la lengua por la axila a un hombre sudoroso. Esa es la que dice que lucha para prevenir la violencia.
Hace tiempo que en algunos espacios, que se llaman a sí mismo periodísticos, la verdad ha dejado de importar. Esto es un negocio, aquí se vende primero y, si alcanza, se informa.
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