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Luis Davelouis: Alan, tampoco
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No importan los más de 5 mil indultos que firmó Alan García (casi tres al día) y que devolvieron a la calle a 400 condenados por narcotráfico. No hablemos del sospechoso indulto de Julio Espinoza, responsable del SIS y de las compras de alimentos, sobrevaloradas en S/.19 millones, para los damnificados de Pisco. Nada de 'petroaudios' ni del hecho insólito de que la entrega voluntaria de un involucrado clave, Rómulo León, se produjera al día siguiente de que cayera el director del entonces diario más incómodo al régimen de García y que generó la renuncia de Del Castillo. Nada del discutido indulto a un "moribundo" Crousillat quien, una vez libre, interpuso una demanda para recuperar su canal de TV, quitándoselo a la casa editorial que denunció el caso por el que cayó su premier. Nada sobre la extraña coincidencia que, poco después, Crousillat fuera "descubierto" comprando en Wong de Asia y devuelto a prisión, lo que le costó el puesto al ministro de Justicia. Cero del Baguazo y los más de 20 policías y diez civiles muertos por su irresponsabilidad y la de su gabinete. Ni pío de las ambulancias o los patrulleros sobrevalorados por millones, ni la estafa de Agua para Todos o el Banco de Materiales. Solo diremos que, en cada caso, siempre hubo un aprista.
Hablemos de Gerald Oropeza y su socio y abogado, Miguel Facundo Chinguel (apristas hasta hace poquito) quien, por designación de García, presidió la comisión de gracias presidenciales ('narcoindultos') y fue gerente general de Serpost, una de varias organizaciones del Estado que contrataron los servicios de "limpieza" de la empresa de Oropeza y Chinguel que, entre el 2007 y el 2014, brindó servicios al Estado por S/.216 millones. Oropeza vivía en la casa de Crousillat y se la dio otro aprista.
"En política no hay que ser ingenuos", decía orgulloso y cachaciento García.
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