Luis Davelouis: Líneas de base II

Hay cosas con las que nadie puede estar en desacuerdo. Por ejemplo, en hacer un consciente y verdadero esfuerzo porque ni un solo niño más muera de frío en el sur del Perú en los próximos dos o tres años. Eso, como lo he escrito y dicho en más de una oportunidad, no solo hubiera sido un tremendo ofrecimiento de campaña, sino que es una obligación moral del Estado evitar que algo así siga sucediendo.O ampliar la cobertura de los programas dirigidos a combatir la desnutrición crónica, que todavía afecta a más de 250 mil niños en nuestro país, un país que crece en promedio a una tasa de 6% al año hace casi 20 años. Un niño desnutrido no será capaz de aprovechar al máximo las oportunidades que se le brinden, pues nunca podrá equiparar la capacidad cognitiva de un niño adecuadamente alimentado. Permitir que haya niños con desnutrición crónica es como mutilarlos.

Mejorar y extender la oferta de salud a través del SIS es otra cosa con la que nadie puede estar en desacuerdo. Procurar que las postas médicas donde se atienden miles de peruanos que no tienen seguro privado ni están cubiertas por Essalud estén mínimamente abastecidas y cuenten con personal de salud suficiente es también un deber moral del Estado. No puede ser que se terminen las jeringas y que tengan que ser compradas en una bodega o reutilizadas o que no haya vacunas suficientes o que se utilicen las que están vencidas. Y eso sucede hoy. Que todos los peruanos tengan agua y saneamiento es imperativo. No puede ser que, en pleno siglo XXI, algunos de nuestros niños sigan muriendo de diarrea por enfermedades asociadas a la falta de esos servicios.

Esa es la idea. Habría que ser muy burro para oponerse.