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Luis Davelouis: La mamadera del poder
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Los casos de quienes postulan a un cargo público teniendo como norte y principal motivación el servicio al Estado y a la sociedad deben ser rarísimos. Por alguna razón, los partidos políticos suelen presentar como candidatos a los mismos individuos a los mismos cargos. Siempre. La renovación rara vez se da por consenso antes que por vergüenza y, cuando no se produce, el partidario pretendiente se va a formar un partido o a integrar otro llevándose consigo los votos que, asume, le pertenecen a él. Consecuencias de la institucionalidad mutilada que nos dejó Fujimori.
¿Cómo explicar que con la recatafila de miembros achicharrados y sin posibilidad de pelear una elección nacional, el PPC no considere a la congresista Marisol Pérez Tello, quien es, sin duda, lo mejor que tiene a la fecha? Que el congresista Javier Bedoya de Vivanco dijera ayer que "se debe ser partidario por algún tiempo antes de que se permita la postulación" y que, de inmediato, agregue "pero esto casi nunca es así" significa que la elección de cuadros representativos es tan arbitraria como imprevisible.
Pero no es solo el PPC, que, en medio de todo, guarda aún algunas formas. El Apra, el fujimorismo y el nacionalismo, así como todas las izquierdas, tienen desde hace tiempo candidatos que podrían considerarse "naturales". Alan García (a menos que quieran hornear a Cornejo), Keiko, ¿y qué es menos democrático y dado a la corrupción que presentar candidatos cuya legitimidad no nace de sus bases partidarias, sino del arreglo y el contubernio? Ojo, que esto no garantiza limpieza, como vimos con el infeliz de Pepe Julio Gutiérrez, pero claramente es superior a lo anterior.
Todo poder se resiste al cambio, me dijo Marisa Glave. Es hora de romperlo.
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