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Luis Davelouis: Mmmm...
“La lectura de la sentencia fue interrumpida después de dos horas, también de manera inexplicable e inexplicada, y terminarla tomó hasta más allá de la medianoche (…)”.
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Ayer, sin que medie explicación, los jueces que debían leer la sentencia para los implicados en los asesinatos de hombres, mujeres y niños en Accomarca, hace 31 años, llegaron casi 8 horas después de la citación. Cuando finalmente llegaron, a la audiencia "pública" solo se permitió el ingreso de la mitad de los familiares y 8 periodistas –sin equipos– luego de dejar esperando en la calle a decenas de familiares de las víctimas, la prensa y representantes de organizaciones de derechos humanos.
La lectura de la sentencia fue interrumpida después de dos horas, también de manera inexplicable, y terminarla tomó hasta más allá de la media noche, cuando los diarios ya tendrían que haber cerrado sus ediciones y no podrían reportar el resultado ni preguntarle a nadie sobre los pasos que seguirá el proceso. Por ejemplo, que existe un 50% de que el caso sea visto por la sala que preside Villa Stein. Perú perdió contra Bolivia por 2 a 0 por las eliminatorias al Mundial (al que por supuesto que no iremos). Hoy, el caso Accomarca probablemente tampoco llegue a la portada de ningún periódico.
Me llama la atención que personas como Víctor Andrés García Belaunde sostengan la tesis de que buscar justicia para las víctimas tras 31 años es algo ocioso, hasta potencialmente peligroso o contraproducente. En todo caso, eso lo podrían decidir las víctimas históricamente postergadas e ignoradas por el Estado que no llega y, cuando llega, como en Accomarca, llega a violar y matar a niños, mujeres y hombres. Indefectiblemente, a quitarles algo.
O, peor, como escribió el abogado César Nakazaki: Pena de muerte para defensores del Perú. Uno de los 23 niños asesinados tenía 5 meses de edad. ¿Así se defiende al Perú?
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