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Luis Davelouis: Todo es show
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Corría el año 2012. Se discutía en la Comisión de Economía del Congreso, presidida entonces por Luis Galarreta, la ley de reforma del Sistema Privado de Pensiones. La sala Grau estaba llena de periodistas, el ambiente estaba caldeado porque la comisión había citado al entonces ministro de Economía, Luis Miguel Castilla.
De pronto, la congresista Lourdes Alcorta, quien pasaba de largo, se asomó, observó las cámaras y siguió su camino con una repentina urgencia. A los cinco minutos, ingresó a la sala y se sentó a la mesa frente a Galarreta, acompañada de un grueso atado de folders reventando que jamás abrió. Entonces, la congresista pidió la palabra, se refirió a dos temas que nadie entendió y que nada tenían que ver con el debate de la ley de reforma del SPP, terminó su intervención y se fue. No creo que lo olvide nunca porque fueron casi 10 minutos de una absoluta pérdida de tiempo. Según los colegas destacados y asiduos del Congreso, aquella actitud era pan de cada día.
Y parecía cierto. Más adelante, el MEF les jalaría la alfombra a la Comisión de Economía y la de Trabajo encargándose de que no logren alcanzar quórum mínimo para emitir dictámenes, y pasó la ley de reforma por la Comisión de Defensa del Consumidor, presidida por Jaime Delgado, que en ese momento no sabía nada de pensiones, pero que de la noche a la mañana se convirtió en un defensor incondicional del proyecto del MEF y lo aprobó en tiempo récord.
Luego le tocó defenderlo en la Comisión Permanente del Congreso, donde la grandilocuencia de sus intervenciones no pudo ocultar su ignorancia.
El pleito por la Mesa Directiva del Congreso es más de lo mismo. Exactamente igual: no importa tanto quién gane, seguiremos en las manos de los mismos impresentables de siempre.
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