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Economía y confianza
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El cierre compulsivo y brutal de las actividades económicas y la paralización del trabajo ha sido un fracaso y un tremendo retroceso económico. Las estadísticas nos colocan en los primeros lugares de infectados, número de fallecidos y desempleados.
Esa es la realidad de los 100 días de pandemia y quedará así registrado por más que el presidente y el jefe de la PCM Zeballos se autoengañen y se esfuercen en hacernos creer en el vaso medio lleno. Los fríos y antojadizos cálculos que hace el ministro de Salud acerca de cuántos más hubieran muerto sin encierro son una manera típica y cínica de negar errores.
Ya conocemos su estilo, y a sus asesores. El infierno, reza el dicho, está lleno de buenas intenciones, pero también de mala leche, de mentiras y de medias verdades.
La reciente amenaza del presidente de aplicar el artículo 70 de la Constitución para lograr una mayor colaboración del sector privado es una práctica torpe e innecesaria, que ignora los fundamentos de la teoría económica y de la convivencia social. Expropiación, control de precios, amenaza y coerción son una receta “popu marxista” conocida y sufrida en el Perú. ¡Una receta de fracaso rotundo!
Para refrescar la memoria de los olvidadizos, de los ingenuos y de los perversos, revisemos el Perú de los 80 y Venezuela: inflación, devaluación, déficit fiscal y comercial, ineficiencia, fuga de capitales, desinversión, desempleo, recesión, inseguridad. Hambre, escasez, miedo, miseria.
Relanzar la economía requiere la confianza del sector privado, guste o no. Ningún país funciona sin el dinamismo del sector privado. Jugar con la confianza daña la economía, frena la inversión, contrae el empleo, la salud y lacera el bienestar.
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