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[Opinión] Yesenia Álvarez: Gilgamesh y Enkidu
En esta semana el Ejecutivo ha vuelto a mostrar sus fauces autoritarias amenazando con criminalizar reuniones de la oposición y la sociedad civil, llamándola golpista. Y el Congreso, junto con su presidenta, Maricarmen Alva, ha cedido a las presiones del gobierno, y ha terminado abrazada con el vocero de Perú Libre, Waldemar Cerrón, quien ha tenido el descaro de pedir “que se quiten las mociones de censura y todo tipo de interpelaciones”, es decir, que el Congreso claudique en su función de control político.
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Acemoglu y Robinson, en el libro El pasillo estrecho, cuentan la epopeya de Gilgamesh para invitar a reflexionar sobre el problema de controlar el poder. Este era un tirano, y sus dioses crean un doble de igual fuerza llamado Enkidu para que se equilibren mutuamente; sin embargo, en perjuicio de la paz y la libertad de su pueblo, después de las primeras luchas, ocurre algo que nos recuerda al capítulo de la política peruana de esta semana. Como se cita en el libro, Gilgamesh y Enkidu “se abrazaron y besaron. Se dieron la mano. Caminaron uno junto al otro. Se convirtieron en verdaderos amigos”.
En la historia del triunfo de la libertad sobre el poder de los Estados, los poderes Legislativo y Judicial han significado frenos al poder y, como explica el jurista Antonio-Carlos Pereira Menaut en el libro En defensa de la Constitución: “Ha sido el Ejecutivo el poder mismo, el Leviatán al que el constitucionalismo dividió, combatió y sometió a derecho, arrasándoles las funciones legislativa y judicial para depositarlas en los otros dos poderes”.
Los Legislativos son órganos representativos, deliberativos, pero también de control del Ejecutivo. Y mientras más se acerquen a este, más se alejan de esta función de control.
En esta semana el Ejecutivo ha vuelto a mostrar sus fauces autoritarias amenazando con criminalizar reuniones de la oposición y la sociedad civil, llamándola golpista. Y el Congreso, junto con su presidenta, Maricarmen Alva, ha cedido a las presiones del gobierno, y ha terminado abrazada con el vocero de Perú Libre, Waldemar Cerrón, quien ha tenido el descaro de pedir “que se quiten las mociones de censura y todo tipo de interpelaciones”, es decir, que el Congreso claudique en su función de control político.
La presidenta del Congreso se justifica en la búsqueda del consenso, pero olvida que este se construye con quienes creen en la democracia, y este gobierno no está mostrando respeto por los fondos, ni las formas democráticas. Sea por sobrevivencia política o por ingenuidad, la respuesta que ha tenido el Parlamento ante la conminación del Ejecutivo menoscaba de todas maneras el rol de controlar y contrapesar al Ejecutivo en perjuicio de los ciudadanos.
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