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Mijael Garrido Lecca: #NosHacemosCargo
“En 1997, la dictadura de Fujimori se robó Frecuencia Latina, le quitó la ciudadanía a su dueño e intentó silenciar las voces de los periodistas”.
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En el año 2017, el Perú atravesaba una tormenta de incertidumbres: un gobierno débil luchaba –sin pericia– por mantener la gobernabilidad contra una mayoría opositora achorada por haber perdido las elecciones anteriores. Un Niño brutal golpeó sin aviso al país en los primeros meses del año y la economía anduvo sin prisa. Por suerte, en Latina nos hicimos cargo de decir que nos hacíamos cargo. Y fuimos disruptivos: hicimos del periodismo una espada para combatir a tanta injusticia. Fuimos agentes de cambio. ¿No?
En 1997, la dictadura de Fujimori se robó Frecuencia Latina, le quitó la ciudadanía a su dueño e intentó silenciar las voces de los periodistas que –corajudos– lucharon como pudieron contra la mordaza. Tremendo galón el que cargó Latina: haberse enfrentado contra el poder por la libertad y también contra Sendero que intentó imponer el silencio con un bombazo. ¿Qué victoria más grande que la de luchar contra una banda de delincuentes? El tiempo, finalmente, colocó las cosas en su sitio y el canal volvió a las manos justas. Después fue vendido a un fondo.
El miércoles se cumplieron 20 años desde que la voz de una sala de prensa fue callada por la dictadura. Lo curioso es que esa misma sala de prensa –llena de periodistas valientes, pero postergados por el rating– decidió no recordarlo. La medalla para la libertad que la recuperación de ese canal significó fue guardada en algún cajón del Directorio, al ladito del ataúd en el que debe estar el cadáver del espíritu de periodismo que alguna vez vivió en San Felipe 968. Al costado de las ganas de decir algo que le incomode a alguien, debajo de la pila de sueños aplastados de tantos.
Lo que no vimos es que la televisión no es un negocio como los demás. La televisión es parte de la vida de la gente; el periodismo es un servicio público. Y una redacción que es incapaz de recordar las tripas desde donde nace su voz está muerta. Muchas veces un silencio muestra mejor un perímetro moral que todas las palabras y cuando acaben estos años de ordeñar lo que alguna vez fue un canal, lo verán. Tuvo razón Kapuscinski cuando dijo que las malas personas no pueden ser buenos periodistas.
Lo más gracioso fue que en 2017 habríamos (en condicional, bien dantesco) empezado a perder plata. Quizá porque la plata es como un orgasmo: si piensas mucho en tenerla, se te va. Medítenlo. Y después publíquenlo en LinkedIn.
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