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Gallo de corral ajeno
Con esta reprobable relación, de dudosa legitimidad, existe ahora doble razón para censurar a Huerta. Por intentar sacar al coronel Colchado de la investigación a Pedro Castillo y, segundo, por dejar que la Inteligencia cubana penetre en nuestras instituciones con total descaro.
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En lo que representa una clara injerencia en asuntos internos del Perú y en la estructura del Estado, el agente de Inteligencia cubano, Carlos ‘Gallo’ Zamora, que funge de embajador de su país en Lima, se reunió con el ministro del Interior, Willy Huerta, para, según la declaración oficial, “intercambiar estrategias sobre seguridad ciudadana”.
Zamora, quien debería preocuparse primero por la sufrida población cubana, todavía en manos de una dictadura como la castrista, que recorta sus libertades en todas las dimensiones posibles, estaría interviniendo en asuntos internos del Perú. Y lo grave es que el Gobierno le está desenrollando al frente una alfombra roja para que lo haga a su regalado gusto.
Con esta reprobable relación, de dudosa legitimidad, existe ahora doble razón para censurar a Huerta. Por intentar sacar al coronel Colchado de la investigación a Pedro Castillo y, segundo, por dejar que la Inteligencia cubana penetre en nuestras instituciones con total descaro.
No debemos olvidar que Zamora es funcionario de una de las dictaduras más longevas del mundo y que para muchos se mantiene en el poder solamente gracias a la aceitada maquinaria de control social –léase espionaje, sistemas de delación y vigilancia, leyes brutales contra cualquier disidencia– con que somete a sus ciudadanos. Estamos hablando entonces de una experticia que podría resultar nefasta para nuestra democracia.
El presidente Castillo y el premier Aníbal Torres han expresado, además, en distintas y reiteradas oportunidades su desprecio por las fuerzas de seguridad peruanas, alentando, al mismo tiempo, la formación de milicias rurales o urbanas tipo rondas campesinas dizque para combatir el delito. Pero son ya harto conocidos los continuos abusos que estas cometen en los territorios que vigilan.
El Perú es una democracia y no puede permitirse que agentes del totalitarismo entrenen, asesoren o “intercambien estrategias” para controlar a sus ciudadanos, bajo el pretexto de protegerlos. Está claro que, al contrario de las dictaduras, las libertades públicas son esenciales para mantener el estado de derecho y la transparencia en el gobierno que a toda democracia se le exige.
Un modelo político como el cubano no tiene nada que aportar ni enseñar en nuestro país. El ministro Huertas debe una sino muchas explicaciones sobre la injerencia de este indeseable personaje en temas de seguridad del Estado.
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