Muerte cruzada

A Vizcarra se le ha subestimado demasiado, lo que lo pone siempre en posición de ventaja ante el establishment político que ha creído tener más calle y esquina que él, aunque Vizcarra, a la hora de los valientes, les haya ganado siempre. Lo hizo hace un año y lo hizo de nuevo ayer, colocando el futuro del Congreso en la voluntad de los ciudadanos, agotados de la insignificancia a la que han reducido la política y la labor legislativa.

Aunque le duela a la oposición rabiosa, Vizcarra ha demostrado una valentía y filo político que muchos de los que intentan morder sus tobillos quisieran tener.Anunciar el cierre del Congreso en el mensaje presidencial estaba de plano descartado, pues la controversia constitucional sobre si se cumplían o no los requisitos estaba irresuelta.

Era una medida muy controversial y peligrosa. Pero adelantar elecciones a 2020, vía referéndum, es una salida indiscutiblemente constitucional, sobre todo si la decisión recae sobre los propios electores. Que además Vizcarra pida que su mandato sea recortado junto al de los congresistas deja un mensaje de desapego del poder que despierta simpatía en una población acostumbrada a que los políticos tengan por vocación atornillarse en él.

La reacción del fujiaprismo parlamentario y mediático ante la propuesta de adelanto de elecciones era esperable, pero no por eso menos vergonzosa. ¿Qué tanto miedo con que la gente decida el futuro de sus gobernantes? No sorprendería que quieran vacar a Vizcarra en los siguientes meses. Repetirán que este nuevo escenario generará inestabilidad en el siguiente año, pero ¿no es acaso mejor un año de tensiones que dos más en ese mismo trance? Mejor encontrar de una vez la salida constitucional que corte de raíz este estancamiento.