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Nada personal
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Las noticias desde las revistas científicas tienen la lógica que no encontramos dentro de este escenario de real-ficción, donde todo el planeta a la vez y sin distingo vive el encierro y la paralización.
La destrucción de los hábitats, la deforestación indiscriminada, la contaminación y tantas actividades que provocan cambios drásticos en los ecosistema son algunas de las causas de la emergencia de los virus que han circulado en las últimas décadas y que han terminado en pandemias - aunque en el caso del Covid19 es pronto para afirmar-. Virus que se originan por el modo en que nuestras actividades pisotean nuestro entorno.
Según la revista Nature, alrededor del 70% de las infecciones ocurridas los últimos 40 años han sido transmitidas a los humanos por animales, sobre todo animales silvestres. Y para acercar esa realidad -si aún se cree que el Covid-19 está lejos-, eso es lo que ocurre con el Dengue: la pérdida de los ecosistemas en América Latina por la urbanización y la adaptación del mosquito vector al entorno urbano favorece la circulación del virus.
Todo influye. La destrucción de los bosques, las emisiones de gases, la quema de carbón y como consecuencia: el calentamiento global. Quizás no sólo por coincidencia los brotes más fuertes se han dado en zonas con mucha contaminación como son Hubei en China, Daegu en Corea y la llanura Padana en Italia. Es pronto para sacar conclusiones, pero lo que sí se sabe es que los índices de contaminación han bajado significativamente por las medidas de bloqueo que han tomado los gobiernos alrededor del mundo.
En China, con la desaceleración económica que siguió al brote de coronavirus, se produjo durante 3 semanas de febrero una caída de aproximadamente 25% en sus emisiones de dióxido de carbono, equivalente al 6% global, algo así como lo que emite en CO2 una ciudad como Nueva York en un año entero.
Nadie en el mundo puede celebrar lo que está ocurriendo, ni siquiera los ecologistas o ambientalistas más radicales. El Covid-19 de una u otra forma nos está alcanzando a todos, pero también es cierto que pareciera que el planeta no tenía otra manera de defenderse del daño que le infligimos incesantemente. Ojalá esta situación de crisis nos ayude a recoger lecciones para aplicar y enfrentar la urgencia ambiental que todavía tenemos pendiente.
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