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Una navidad con arepas
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Los identificamos como vendedores de arepas, pero sabemos que están en todos lados. En los grifos, en las tiendas, en los taxis. Los venezolanos son mucho más que eso. Han dejado un país con el sueldo mínimo más bajo de toda la región después de Cuba para luchar por una mejor calidad de vida para los suyos. Al tipo de cambio, el sueldo mínimo es menos de 100 dólares mensuales. Esto los convierte en pobres extremos, pues, con esa cantidad, no llegan a cubrir ni los alimentos que necesitan para vivir. Para los venezolanos, somos el cuarto país en el mundo en presentar solicitudes de asilo, después de Estados Unidos, España y Brasil.
Esta Navidad vamos a ver a más de 10,000 venezolanos que la pasarán solos, luchando en un país ajeno para enviar remesas a sus familiares. Hubo una iniciativa de una ONG para traer a los hijos de venezolanos en el Perú para generar un reencuentro y Maduro prohibió las autorizaciones y permisos para que eso suceda. No entiendo cuánta maldad puede haber en una persona para impedir algo así.
A pesar del esfuerzo que hacen los venezolanos en el Perú, la cantidad de dinero que se envía como remesas a los familiares puede llegar a ser irrelevante pues no solo es la falta de dinero lo que impide acceder a alimentos, sino la escasez en la producción nacional y el impedimento de importación de productos comestibles.
Con la mitad del PBI de Venezuela, Perú ha demostrado ser capaz de acoger inmigrantes y potenciar su productividad a pesar de la informalidad de algunos. Estamos, sin embargo, desaprovechando mano de obra calificada que podría aportar con mayor calidad a la producción nacional.
Cuando veamos a un venezolano, démosle aliento a su lucha. Nosotros ya hemos pasado por eso. Salir de un país como Venezuela no es huir, es protestar contra un sistema corrupto que tanto daño le está haciendo al pueblo, en el nombre del pueblo.
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