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[Opinión] Aldo Mariátegui: “¡Leopoldo SM sería ahora puneño o cusqueño!”
“Solo un masoquista sideralmente refinado puede estar aún apoyando paros y vandalismos”.
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El masoquismo es una extraña perversión, que consiste en que el sujeto experimenta muchísimo placer solo cuando sufre por hacerse daño. El originador del término fue Leopoldo Von Sacher-Masoch, de cuyo segundo apellido proviene el vocablo. El buen Leopoldo era un intelectual austriaco particularmente retorcido, que plasmó toda su peculiar perspectiva del placer a base del dolor en su obra La Venus de las pieles (1870).
Pues bien, si nuestro Leopoldo volviese a nacer, estoy seguro de que, sin dudarlo, escogería ser peruano y sureño, vacilando luego entre ubicar su nuevo natalicio en Cusco o Puno, epicentros sublimes del masoquismo mundial. Porque, tras ver las cifras que vienen llegando, solo un masoquista sideralmente refinado puede estar aún apoyando paros y vandalismos caprichosos, que han significado que el 50% de los puneños urbanos se hayan quedado sin trabajo, al igual que el 40% de familias en la Ciudad Imperial por el corte del turismo.
Nuestro Leopoldo sureño gozaría en éxtasis de dolor al saber que en enero no se ha podido ejecutar un solo sol en obras públicas en la región, que ya los grifos de la ciudad del Cusco están vacíos de combustibles (balones a S/120 soles), que 900 mil litros de leche se tiran diariamente a los ríos arequipeños por la destrucción de la planta de Gloria y el cerco carretero, que Tacna languidece por la ausencia de visitantes chilenos o que Puerto Maldonado está al borde de la hambruna por los paros.
Para seguir gozando, Leopoldo seguirá violentamente insistiendo en que se convoque a una constituyente (que no le arreglará ningún problema práctico y que más bien seguramente empeorará su situación) y en que se convoquen a unas nuevas elecciones, en que tendrá la oportunidad de votar por algún tipo muchísimo peor todavía que Castillo (Antauro o Bellido), para así hundir más al país (porque ojalá el sur sufriese solo), empeorar aún mucho más su situación personal. ¡Y así gozar más! ¡El peor enemigo de un peruano es otro peruano!
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