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Cuando los Olmos sí dan peras
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Exactamente 90 años después de que el ingeniero inglés Charles Sutton propusiera al gobierno de Leguía la construcción de un proyecto de irrigación, derivando las aguas del río Huancabamba de la vertiente del Atlántico a la del Pacífico, el sueño de Manuel Mesones, Antúnez de Mayolo y tantos otros se ha hecho realidad. Ayer, al mediodía, el presidente Humala ordenó abrir las válvulas que darán inicio a la irrigación de 43,500 hectáreas, 38 mil de las cuales serán tierras nuevas y 5 mil abastecerán al Valle Viejo.
Olmos es producto de la meritoria continuidad de tres gobiernos. La gestión de Alejandro Toledo abrió, en julio de 2004, un concurso público internacional para las obras de trasvase. Luego, durante la administración de Alan García, se firmó el contrato de concesión para el componente irrigación y se otorgó la concesión para la producción de energía.
En conjunto, se trata de una obra de ingeniería verdaderamente monumental, y su mayor desafío es la construcción de un túnel bajo una cobertura de roca de 2 mil metros.
El potencial del proyecto Olmos, según estudios realizados en la década del 70, llegaría a la irrigación de 100 mil ha y la generación de 350 megavatios. Por ahora dará trabajo directo a 40 mil personas e indirecto a 200 mil más, con lo cual incrementará significativamente nuestra capacidad agroexportadora. Olmos es el emblema de lo que resulta cuando hay tenacidad en el emprendimiento y continuidad en el esfuerzo.
Lamentablemente, y a contrapelo de ese simbolismo, el presidente Humala perdió la oportunidad de quedarse callado y pidió al papa Francisco "ayuda ante el padre celestial para que Perú vuelva a estar en un Mundial". Obviamente, ignora lo que él puede hacer para lograr ese objetivo y confía en un milagro. Si de milagros se trata, podría haber pedido uno más significativo para el país, que desaparezcan la corrupción y el sicariato, por ejemplo.
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