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[OPINIÓN] Abraham Levy: “Se necesitan dos para bailar tango”
La ventana del verano se va a ir cerrando y aun cuando pueden presentarse días lluviosos, propios de la variabilidad climática, no se vislumbra ningún apocalipsis.
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Llegamos a la mitad del verano. Febrero suele ser el mes más cálido en la costa. El Niño más parecido a este fue el de 2015-2016, donde no llovió en el verano de 2016, y sí nos trajo un febrero severo en calor. Diez de los 29 días de aquel febrero se observó más de 30 °C en Lima (medidos en el aeropuerto). Este año solo una vez en enero.
Cierto es que el mar se ha calentado aún más frente a la costa.
La pregunta que muchos se hacen es si este escenario de calentamiento nos va a conducir a un nuevo episodio de lluvias torrenciales y huaicos en la costa, propio de lo que todos comúnmente conocemos como efecto de El Niño. La respuesta sigue siendo no.
Es importante regresar al pronóstico del ENFEN y en particular su informe técnico, pues el calentamiento del mar que estamos viendo es superficial, típico de la época cuando hay viento débil y por ello, volátil.
Las reservas de agua cálida debajo del Pacífico Ecuatorial se están agotando. Ya no se aprecian Ondas Kelvin cálidas que transporten agua caliente a la costa. Por el contrario, vamos a empezar a ver la llegada de Ondas Kelvin frías.
Cito editado el informe ENFEN más reciente: “La simulación del modelo de ondas aplicado en el IMARPE indica que entre enero y marzo 2024 arribarían a las costas sudamericanas dos ondas Kelvin cálidas y dos ondas Kelvin frías. Las dos ondas Kelvin cálidas (que son las que calientan el mar desde lo profundo hasta la superficie) generadas entre noviembre y diciembre 2023, llegarían entre lo que resta de enero y febrero. Por otro lado, la onda Kelvin fría generada en diciembre 2023, se ha reforzado y llegará en febrero 2024. La otra onda Kelvin fría generada llegaría en marzo 2024. Hay que tener en cuenta que estos modelos no contienen el proceso de dispersión modal que aparentemente están influyendo a que las ondas Kelvin cálidas están arribando a la costa peruana con poca intensidad”.
De modo que vienen pulsos fríos.
Además, estamos frente a calentamientos que no activan tormentas en el mar. Una característica de El Niño es que el calentamiento del mar contagie a la atmósfera produciendo lluvias intensas en el mar y litoral adyacente. A eso le llamamos acoplamiento. Se necesitan el uno del otro para desatar los estragos de El Niño. Es como el tango, no basta un bailarín. Se necesitan dos.
Solo el mar colombiano y el extremo norte del ecuatoriano están produciendo lluvias que podríamos calificar como estacionales.
La ventana del verano se va a ir cerrando y aun cuando pueden presentarse días lluviosos, propios de la variabilidad climática, no se vislumbra ningún apocalipsis. Lo cual – en nuestra ignorancia, que es grande – no nos debe llevar a bajar la guardia ni dejar de monitorear e informar.
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