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(OPINIÓN) Ariel Segal: Biden y Afganistán
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Biden heredó no solo la guerra de Afganistán, sino también la responsabilidad del retiro de ese territorio puesto que el conflicto fue manejado por George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump, pero fue este último quien aceptó firmar un acuerdo de salida del país musulmán asiático con los talibanes, bajo la condición de que, hasta el 1 de mayo de 2021, las tropas estadounidenses no serían atacadas por los guerreros islamistas de la etnia pashtun.
Al llegar al poder, Biden renegoció la fecha de salida para el 31 de agosto y, basado en lo que le informaban los militares en el terreno de conflicto y los servicios de inteligencia, hizo una estrategia para evacuar gradualmente a las tropas, personal occidental que vive en Afganistán a partir de 2001 y afganos que colaboraron con los gobiernos electos de ese lugar, con la OTAN y los EE.UU. Pero o fracasó el estamento militar y el de inteligencia o nos mienten sobre el calculado errado y trágico de la llegada de los talibanes a Kabul antes de la fecha de salida de Afganistán.
Debatir a distancia si se equivocaron los estrategas y asesores de Biden o si sabían que, finalmente, los aliados saldrían presurosos y de manera caótica e improvisada del aeropuerto de Kabul no tiene sentido porque lleva a especulaciones, pero queda claro que, a nivel de percepción, Afganistán será vista como la Vietnam del expresidente Gerald Ford porque, en imágenes, la operación de evacuación se asemeja más a la de un escape raudo, traumático y, como en 1975, deja a la gran potencia americana con un daño, a largo plazo, sobre su capacidad de cumplir sus objetivos militares y políticos exteriores y ser garante de derechos humanos en lugares ávidos de ayuda internacional.
Biden, como Ford en su momento, no merece ser recordado por un mal epílogo de guerras iniciadas por otros gobiernos.
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