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Déficit Fiscal
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El manejo de las finanzas públicas se asemeja al de un hogar. Todas las familias tenemos ingresos y gastos. Imagine usted que durante un mes gastó por encima de sus ingresos. ¿Cómo cubrió la diferencia? Solo hay dos opciones: con ahorros anteriores o deuda. Ahora piense qué pasaría si mantiene este comportamiento de gastar por encima de sus ingresos por varios meses más. Los ahorros se acaban y la deuda crecería cada vez más hasta que nadie quiera prestarle y solo le quede aumentar sus ingresos y/o bajar sus gastos.
Lo mismo ocurre con el gobierno. En 2017 el exceso de gastos sobre ingresos, denominado déficit fiscal, fue de 3.2% del PBI, el más alto en muchos años. En 2015 fue de 2.1% y en 2016 ascendió a 2.6%. El problema es doble; por un lado, ha ocurrido en un contexto económico externo favorable, episodio que se asocia con un superávit y no con un déficit, debido a la mayor recaudación tributaria; por otro, la deuda pública seguirá creciendo, pues es la única forma de financiarlo. ¿Cómo se sale? Aumentando los ingresos y bajando los gastos, medidas que se conocen como ajuste.
Lo complicado es que ocurre en un entorno político complicado con un gobierno débil. Y es justamente esa coyuntura la que se presta para mayores demandas de distintos sectores de la población, como los agricultores hace unos días. Recuerden, estimados lectores, que cada vez que el gobierno se endeuda para gastar, está comprometiendo ingresos futuros para poder pagar la deuda anterior, como lo haría cualquier familia; y como esos soles provienen de impuestos, al final somos todos los que terminamos pagando.
¿Cederá el gobierno a las demandas de la población? ¿Qué pasa si no lo hace? ¿No sabe acaso la población que si presiona, logra su objetivo?
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