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Nada ha cambiado
“La violencia y las brechas existentes se la ponen difícil a las mujeres”.
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El sábado, otra vez el Centro de Lima se llenó de ciudadanos que marcharon para exigir mayor atención y acción para reducir los alarmantes niveles de violencia contra las mujeres.
El Perú es un país violento para la mujeres y una de las mayores agresiones viene de quienes siguen diciendo que exageramos, que son solo casos aislados. Negar la evidencia, la realidad, es el peligro mayor, y eso no ha cambiado (aún). Para acabar con la violencia, tenemos que partir de reconocer que este es un problema, y que es un problema de todos. Por eso hay que seguir marchando.
En la misma línea, hace unos pocos días un columnista de un diario se quejaba de la ley aprobada en el Congreso para avanzar hacia la equidad salarial entre hombres y mujeres. El columnista minimizaba el problema que da origen a la norma. Discutir la ley, sus costos y su efectividad está muy bien, pero negar que existen brechas y discriminación en el mercado laboral en contra de las mujeres es como negar que Lima tiene problemas de tráfico y transporte público. El propio sector empresarial ya examina el tema en sus empresas, varios están buscando soluciones y colectivamente se han manifestado sobre la urgencia de enfrentar el asunto. Para ello, lo primero fue reconocer que el problema existe. La ley puede ser buena o mala, pero el problema es real.
La evidencia es contundente. La violencia y las (varias) brechas existentes se la ponen difícil a las mujeres. Lo dicen estudios y evaluaciones de académicos, de foros globales de empresarios, de entidades internacionales, de redes globales de activistas también. Dejemos de negar lo evidente y mejor usemos esa energía para cambiar las cosas.
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