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Trump: tan lejos y tan cerca
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Pareciera que, salvo que se le ocurra reconsiderar el TLC Perú-Estados Unidos, en el país no habría por qué preocuparse por el presidente Donald Trump. Se evalúa, máximo, que es un problema para México, Canadá, Alemania, Francia o China, porque al primero le quiere construir un muro y porque a los otros les quiere modificar los términos del intercambio comercial, haciendo uso prepotente de la fuerza política, económica y militar de ese país.
No obstante, un artículo anónimo publicado ayer por The New York Times, en el que un alto funcionario de la Casa Blanca declara que “el presidente muestra poca afinidad hacia los ideales adoptados desde hace mucho tiempo por los conservadores: libertad de pensamiento, libertad de mercado y personas libres”, es un claro indicio de la imprevisible conducta del señor Trump.
A Trump se le pueda ocurrir intervenir en Venezuela, no para defender la democracia en América Latina, sino para conseguir un “objetivo estratégico”: bloquear la creciente influencia china en la región. Esta decisión podría significar que Sudamérica se convierta en un espacio de confrontación militar entre las grandes potencias mundiales.
El gobierno dictatorial de Nicolás Maduro está haciendo destrozos en su país; y la vorágine migratoria de miles de sus conciudadanos tiene efectos en los países vecinos. Sin embargo, sus efectos negativos no tienen punto de comparación con las consecuencias desestabilizadoras y los riesgos para la seguridad que Trump ya está generando.
Hay quienes juegan irresponsablemente con la idea del desalojo de Maduro por una fuerza militar externa. Una locura de esa índole no tendría consecuencias de alcance mundial, pero incrementaría gravemente la inestabilidad en la región, además de la presencia armada norteamericana en el continente, y podría darle luz verde al retorno de dictaduras militares en la región.
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