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Sebastiao Mendonça Ferreira: Perspectivas al 2018
“Haber sido parte de un grupo radical y anticapitalista era un valor”.
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Concluido el gobierno militar (1985), el Brasil giró hacia la izquierda. Las ideologías de Fernando Henrique Cardoso, Lula da Silva y Dilma Rousseff ilustran ese giro. Haber sido parte de un grupo radical y anticapitalista era un valor, y si la persona había realizado actos violentos, como Dilma Rousseff, ello era visto como muestra de valentía y motivo de admiración.
Las denuncias de corrupción y la peor crisis económica de la historia han producido una disrupción cognitiva en diversos estamentos de la sociedad brasileña. El tono de las noticias, los intereses temáticos, las opiniones políticas y hasta de las conversaciones de café han cambiado. Temas como privatización, reforma del sistema de pensiones y tercerización laboral, que hasta recientemente eran anatemas en el debate político, hoy son discutidos en los medios.
Lula está usando su tiempo libre, antes de su prisión, para realizar una caravana proselitista por el noreste del país, pero los resultados están siendo decepcionantes. Su discurso político solo está resonando en su propia militancia y en segmentos minoritarios de la población: los grupos ideologizados de la clase media y los pobres acostumbrados al asistencialismo.
Polarizar con Lula se ha vuelto políticamente rentable, y políticos de derecha (Jair Bolsonaro) y de centro derecha (Joao Doria) están explorando esta veta con resultados muy positivos para su popularidad. Es aún temprano para hablar de configuraciones electorales, pero podemos afirmar que, tanto en personajes como en narrativas, las elecciones de 2018 van a ser muy diferentes de las anteriores, y es probable que los cambios sean para mejor.
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