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A Gamarra, con garra
"¿Pobrecitos? Ni un pelo. La municipalidad de La Victoria les está dando todas las oportunidades de legalizarse, desde mediados de enero".
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Cientos de balones de gas sobre las pistas, hoy intransitables, y toneladas de basura que nadie se molesta en separar de lo que sea que, quien sea, decida vender sobre las calles y veredas. Moscas, ratas, basura, caca de perros, polos, gorros, jeans, ropa de bebé, juguetes y miles de carritos de comida sin registro sanitario alguno. Entonces aparece Susel Paredes, ex candidata al Congreso, activista por causas humanitarias, abogada y lesbiana declarada.
Paredes tiene una vocación de servicio público de larga data y daría su vida por el desarrollo de su país. Hoy le toca lucirse como gerente de Fiscalización de la municipalidad de La Victoria y lo hace con dignidad, honestidad, compromiso y mucha garra. Su coraje se siente en su vozarrón, Susel no oculta su esquina, se lanza desarmada a las calles y pide apoyo a la Policía para desalojar a los ambulantes. Limeños, venezolanos, amazónicos o andinos, las personas que se van de robo vendiendo en la vía pública sin reportar a Sunat ni pagar servicios básicos como agua, desagüe, luz y arbitrios, se le enfrentan, apañados por una organización criminal conformada por ex serenos que ella ha despedido del municipio porque trabajaron para la mafia del alcalde anterior –hoy en la cárcel– y que siguen cobrando cupos por mantener a Gamarra en la ilegalidad absoluta.
Una mujer robusta y con el pelo pintado de rubio se hincha frente a las cámaras de televisión, cuidando de no pisar su propia mercadería, parada sobre los dos metros cuadrados que le ha robado a la vía pública: “Aunque tenga que irme a los puños, no me sacan de aquí, porque este es el único trabajo que tengo para mantener a mis tres hijos”.
Como ocurre con las combis asesinas o los campamentos de minería ilegal en Madre de Dios, Cusco, Puno, Amazonas, etcétera, la ilegalidad solo genera más ilegalidad, y el famoso emporio de Gamarra, proyectado hace 15 años como la meca del emprendedurismo migrante, se convierte en un nido de ratas y rateros dentro del cual solo algunos “cándidos” intentan sobrevivir, cumpliendo lo que la ley exige, sin capacidad de competir con el precio chancho de los mercaderes que invaden la pista de sol a sol.
¿Pobrecitos? Ni un pelo. La municipalidad de La Victoria les está dando todas las oportunidades de legalizarse, desde mediados de enero les ha ofrecido seis meses gratis en las galerías mientras van formalizándose con el programa Tu Empresa, que promueve el Ministerio de Producción.
La fiscalizadora Susel Paredes ha dicho bien claro que la función de la municipalidad no es luchar contra la delincuencia, pues eso le corresponde a Interior. Mínimo un toque de queda, para empezar.
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