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[OPINIÓN] Abraham Levy: “El niño paltea mal”
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Perú es el segundo exportador de palta en el mundo. Es un extraordinario ejemplo de desarrollo privado que atraviesa todo el país y que se alimenta de cadenas productivas que existen en casi todas las regiones cuyos suelos y climas permiten la adaptación del cultivo. En este cultivo –como en todos– la palabra clave es: adaptación.
Pues bien, las exportaciones de palta, en su variedad Hass, han crecido meteóricamente en nuestro país, en particular en los últimos años gracias a la inversión y a la prolongada La Niña. Los años fríos en la costa permiten una mejor adaptación del cultivo favoreciendo que las yemas de los árboles tengan una mayor proclividad a pasar a estado frutal. Lo contrario: pasar a estado vegetativo, cuando el árbol sigue produciendo ramas en lugar de flores; que son a la larga donde van a aparecer las frutas, es lo que sucede en presencia de años muy cálidos como este, con El Niño Costero.
En 2022 exportamos 554,000 TM de palta. En condiciones normales se estimaba un salto a 640,000 TM este año. No va a ser el caso.
Si pudiéramos dividir geográficamente en áreas de producción este cultivo; el norte entre La Libertad y Piura más el centro entre Áncash e Ica constituyen las zonas de mayor producción. Ocupan una ventana estacional entre marzo y agosto durante la cual cosechan. En el verano solo se cosecha palta en la sierra, la cual es escasa y goza de buenos precios en el mercado internacional. Perú, entre mayo y julio satura los mercados con su creciente producción lo que afecta los retornos a toda la cadena exportadora.
En presencia de El Niño Costero se observa un impacto con la producción de 2023 y que además va a tener una secuela en 2024. El impacto combinado son algunos cientos de millones de dólares.
El calor y las lluvias en el norte han impedido que la palta alcance su peso promedio. Paltas de menor tamaño hoy pueblan nuestros campos del norte y centro cuya cosecha también empieza tardíamente por el calor. Las paltas más chicas no solo reducen la producción por hectárea sino más aún este año, el precio por tonelada. Los mercados pagan mejor por paltas medianas a chicas que por paltas grandes a medianas. Pero cuando todo tiende a ser de menor tamaño el beneficio del precio se pierde.
Si el invierno del Niño Costero no logra reducir con rigor las temperaturas, los procesos que seguirán los árboles de palta para la campaña 2024 se pueden ver afectados. Este impacto tiene dos características: las floraciones que darán frutas en 2024 podrían ser menores a las acostumbradas y, más aún, durante el verano 2024 el calor puede exacerbar la descarga de frutas por mala regulación. Es natural en la palta, tras haber cuajado el fruto, que parte de él caiga al terreno, pues el árbol no puede soportar toda la carga frutal. Esa fruta se pierde. Si el verano es muy cálido la descarga tiende a ser mayor y la producción por hectárea menor.
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