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[Opinión] Aldo Mariátegui: Barbarie recurrente por impunidad
El secuestro y maltrato a un equipo de periodistas por parte de esas fuerzas tipo parapoliciales llamadas “ronderos”, que tantos tontos románticamente idealizan, confirma una vez más que, fuera de la costa y algunas zonas más, vastas áreas del Perú aún son el “Far West” y que somos un país (seamos generosos y llamemos así a este desmadre curioso, en donde convive tanta gente tan desconectada entre sí y que no se quiere nada) que no pasa de ser “semicivilizado” a estas alturas del siglo XXI.
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El secuestro y maltrato a un equipo de periodistas por parte de esas fuerzas tipo parapoliciales llamadas “ronderos”, que tantos tontos románticamente idealizan, confirma una vez más que, fuera de la costa y algunas zonas más, vastas áreas del Perú aún son el “Far West” y que somos un país (seamos generosos y llamemos así a este desmadre curioso, en donde convive tanta gente tan desconectada entre sí y que no se quiere nada) que no pasa de ser “semicivilizado” a estas alturas del siglo XXI.
Lo recientemente sucedido no asombra a quienes ya hemos vivido Uchuraccay, Bagua, el ‘Moqueguazo’, los ataques al oleoducto, etc., pues este tipo de cosas van a seguir sucediendo mientras los autores queden casi siempre impunes y el imperio de la ley no sea respetado. Sucede cualquier salvajada vergonzosa de estas y tantos los fiscales como los jueces de provincias se mueren de miedo de procesar a los vándalos de turno, mientras que La República, las ONG y la izquierda en Lima aúllan para blindarles.
En cambio, esos mismos fiscales, jueces, La República, izquierdistas y oenegeístas cargan con todo contra la Policía cuando esta trata de imponer el orden e inmediatamente se escuchan y se repiten frases tan imbéciles como esa de la “criminalización de la protesta”. No se entiende que el “monopolio de la violencia” (Max Weber dixit) es exclusivo del Estado, y que no deberíamos estar en una sociedad así de atrasada donde en determinados territorios una concepción particular del orden y la ley es impuesta por huestes ignorantes, desconfiadas de todo lo externo y agresivas (muchas veces alcoholizadas), azuzadas a menudo por termocéfalos y extremistas con algún discurso incendiario (en estas provincias del “Far West” peruano aman la oratoria pirómana, esa que apela al resentimiento y les pone como víctimas. Empezar una perorata con que “desde hace 200 años…” no tiene pierde). Es decir, en el Perú sales de determinadas zonas e ingresas al Medioevo.
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