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[Opinión] Ariel Segal: El ROC tramposo de Tokio
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De los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Tokio se pueden analizar muchos temas vinculados, como lo que significó organizar un evento deportivo en tiempos de pandemia; las implicancias psicológicas para los deportistas (jugar sin público, atletas estresados como el caso de la gimnasta Simone Biles, medidas sociales en la villa olímpica, etc.) y la rivalidad de la nueva superpotencia China vs. Estados Unidos, también en el medallero, con la potencia asiática suplantando, también deportivamente, lo que fue la Unión Soviética.
Concentrémonos solo en el ROC, la abreviatura utilizada para agrupar a atletas del Comité Olímpico Ruso (COR, en español) porque supuestamente Rusia, como país, fue boicoteada en su participación en los JJ.OO. y otras competencias internacionales porque, sistemáticamente, cambió muestras contaminadas de dopaje por otras limpias, sobre todo, pero no únicamente, durante las Olimpiadas de Invierno en la ciudad rusa de Sochi en 2014.
A partir de investigaciones sobre este escándalo que alcanza a las esferas más altas del régimen ruso, incluyendo a Putin, la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) exigió que ese país no participe, durante varios años, en ninguna competencia deportiva con excepción de pocos deportistas exentos de este escándalo. Pero rechazando la exigencia de la WADA, el Comité Olímpico Internacional permitió la participación de sus atletas rusos bajo la hipócrita y ridícula condición de que competían en “nombre del COR”, el Comité Olímpico Ruso. Es como si cambiar el nombre cambiara la verdad, como sucede con quienes creen que redactando nuevas constituciones transforman la realidad de un país.
Mensaje del COI y del ROC en Tokio: para toda trampa hay un “agujero negro” por el cual evadir sus consecuencias.
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