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[OPINIÓN] Carlos Parodi: “¿De qué dependerá la economía peruana en 2024?”
“Si no aumenta la inversión privada, que representa 80% de la inversión total, no habrá forma de recuperar el crecimiento”.
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2023 fue un año complicado para la economía peruana; en el terreno negativo, la caída por cinco trimestres seguidos de la inversión privada determinó una recesión de, aproximadamente, -0.5%. Además, las expectativas se mantuvieron pesimistas a lo largo del año. Esto prueba que el desempeño económico no solo depende de variables objetivas, sino también de la credibilidad y ahí estamos complicados. En lo positivo, la inflación cerró el año con 3.24%, casi dentro del rango meta del BCRP; además, el tipo de cambio se mantuvo estable. Y eso no es poco, considerando el contexto político.
El problema de la recesión es que baja el empleo, reduce la recaudación tributaria y, por ende, eleva la pobreza. Algo está claro: si no aumenta la inversión privada, que representa 80% de la inversión total, no habrá forma de recuperar el crecimiento. Y si las expectativas son la llave, entonces se necesita un shock de credibilidad. Hay que despertar el instinto de los inversionistas para que vuelvan a creer en el Perú. El “cómo” se hace condicionará 2024. Sin embargo, no será lo único. Tres factores condicionarán el desempeño económico.
Primero, el comportamiento de la economía mundial. Hace unos días, el Banco Mundial publicó su informe de proyecciones para 2024. El crecimiento proyectado es 2.4%; si tomamos en cuenta que entre 2010 y 2019 la economía mundial creció 3.9% como promedio anual, llegamos a una conclusión: la economía mundial no ayudará a Perú este año. Perú solo produce el 0.3% de lo que produce el mundo y está expuesto a los vaivenes de la coyuntura internacional. Las elecciones en los Estados Unidos serán claves.
Segundo, el fenómeno de El Niño; aunque parece que será moderado, no tenemos certeza de los cambios que pueden ocurrir; las lluvias en el norte y los oleajes anómalos son sus primeras manifestaciones y podrían originar una escasez de alimentos que traería un aumento de precios.
Tercero, la ya mencionada falta de credibilidad en las autoridades. Aquí se trata de la percepción de la población. La experiencia mundial muestra que una de las formas de salida es mostrando resultados concretos en alguna área, que podría ser la inseguridad, más aún viendo lo ocurrido en el Ecuador. Otra forma es a través de la puesta en marcha de otro megaproyecto. Los inversionistas se mueven en manada. Si aparece una inversión grande, será una señal de confianza que atraerá otras.
A pesar de las restricciones mencionadas, el Banco Mundial indica que Perú crecería 2.5%, mientras que el BCRP, en su último reporte de inflación, señala 3%. Si nos guiamos por la historia reciente, todas las proyecciones han ido ajustándose hacia abajo conforme el año avanza. Además, jugará el rebote estadístico, pues 2024 será comparado contra 2023, año en el que atravesamos por una recesión. Cualquier comparación contra una variación negativa aparecerá como positiva, pero hay que tomar los números con cautela.
En caso de que no se recupere la inversión privada, no habrá forma en que lo haga el consumo, que representa más del 60% de la demanda interna. El razonamiento es simple: hoy los ciudadanos compran menos y eso condiciona que las empresas produzcan menos, pero ¿por qué compran menos? Porque no tienen empleo y/o tienen menores ingresos; esto pasa porque la inversión se ha caído; si pocos invierten, no se eleva el ingreso, ni los ingresos ni el consumo. Por lo tanto, la salida es elevar la inversión. Esto no es ideología, sino evidencia empírica.
¿Qué queda? Volver a creer para volver a crecer. En gran parte depende de las acciones del gobierno; se necesitan personas creíbles; está en juego la calidad de vida de millones de peruanos vulnerables.
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