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[Opinión] César Luna Victoria: Pago por ver
¿Cuánto nos ha costado la pandemia? Se lo digo, retroceder 15 años. Hay datos bravos. El nivel de pobreza, por ejemplo. En 2006 era el 44.5% de la población. El boom de los minerales hizo que la economía creciera, hubiera más trabajo, se recaudaran más impuestos y se pudieran financiar programas sociales. Eso redujo la pobreza al 20%. Ahora ha rebotado al 30%.
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¿Cuánto nos ha costado la pandemia? Se lo digo, retroceder 15 años. Hay datos bravos. El nivel de pobreza, por ejemplo. En 2006 era el 44.5% de la población. El boom de los minerales hizo que la economía creciera, hubiera más trabajo, se recaudaran más impuestos y se pudieran financiar programas sociales. Eso redujo la pobreza al 20%. Ahora ha rebotado al 30%.
Peor aún, la pandemia ha destruido trabajos y consumido todo el ahorro fiscal. Sin empleo ni recursos fiscales, será muy difícil reducir la pobreza. Para aumentar la desdicha, el motor de la economía es la minería, pero tampoco habrá. La minería que queda no puede desarrollarse por los conflictos sociales y la que podría venir prefiere otros lugares por el riesgo político. Por eso, el BCR ha proyectado que en 2023 la inversión minera caerá 15%, cuando todos los países mineros crecen por el nuevo boom de minerales. Eso desnivelará nuestra economía, porque saldrán más dólares por importación que los que entren por exportación. El riesgo es una devaluación, que hará que todo lo que importemos, alimentos especialmente, cueste más. En resumen, salimos más pobres de la pandemia, tendremos pocas posibilidades de reducirla y, si no hacemos algo, la pobreza crecerá aun más.
¿Cuánto nos está costando la política? Eche cuentas. Lo primero es que Pedro Castillo está repleto de sospechas de plagio y corrupción. Por si fuera poco, sobran evidencias de falta de competencia para gobernar. Hay razones suficientes para iniciar procesos para su vacancia. Sin embargo, allí sigue. ¿Cómo lo explica? Dos razones. La primera es que en el horizonte político los potenciales candidatos tampoco merecen confianza y muchos prefieren quedarse con el malo conocido que el peor por conocer. La segunda es que sigue siendo “nuestro presidente” a pesar de las promesas incumplidas. Ocurrió con los dirigentes de Conveagro, a pesar de que el exministro de Agricultura los había ninguneado al decirles que no representaban a nadie. Ocurrió también con los dirigentes de Fuerabamba, a pesar de que los habían dejado plantados varias veces en las negociaciones del conflicto con Las Bambas. El “compañero presidente” nos está fallando y por eso venimos a explicarle las cosas para que las corrija. Es lo que declaran, sienten y creen. Castillo no es gente como uno, es uno como ellos y eso parece ser más importante; no importa, por el momento, que lo haga fatal. En resumen, Castillo no es un costo político en sí mismo, es una evidencia de que el país anda muy dividido. La solución debería pasar por entendernos. Si no es así, lo que consiga una parte será malo para la otra y eso no lleva a ningún sitio tranquilo.
Pero, cuando las cosas están tan mal, como lo están, se descubren mejor los puntos de encuentro. Reducir la pobreza es el mejor plan. Pasa por convencernos unos a otros de que, para eso, se requiere una economía en crecimiento, que genere empleo y pague impuestos para financiar programas sociales. A mitad de camino, está la agricultura andina que genera empleo, consume subsidio y produce alimento. Y así por el estilo. Entendernos, convencer, ceder y conciliar. Así se construyen las sociedades y los países.
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