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[OPINIÓN] César Luna Victoria: “Poquito a poco”
“La economía criminal no necesita capturar cárceles para negociar porque controla parte del Congreso y desde ahí impone condiciones”.
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Una tarde de 1969 se dejaron dos autos iguales, uno en un barrio pobre del Bronx en New York y otro en un barrio rico de Palo Alto en California. El auto en el Bronx fue desguazado en horas, en tanto que el de Palo Alto, al cabo de una semana, permanecía intacto, con apenas algo de polvo. Primera conclusión: la pobreza genera vandalismo. Fue entonces que Philip Zimbardo rompió una ventana y el auto en Palo Alto fue desguazado, tanto como lo había sido el del Bronx. Conclusión corregida: lo que genera vandalismo no es la pobreza, sino el deterioro. A partir de este experimento de la Universidad de Stanford se desarrolló la teoría de las Ventanas Rotas: si en un edificio se rompe una ventana y no se repara, se envía el mensaje de que se tolera el deterioro y, con el tiempo, se propaga, se rompen otras ventanas, se destruyen partes del edificio, se llena de basura y, en casos extremos, el edificio es invadido. Traducido: si las conductas ilícitas no son sancionadas, por más insignificantes que sean, la gente se convence de que lo ilícito está permitido, se produce una espiral de conductas peores y, poco a poco, sin darnos cuenta, se llega al crimen.
La noticia de la semana fueron las bandas criminales en el Ecuador. Pero la noticia real es que, sin saberlo, estamos en guerra contra la economía criminal y la estamos perdiendo. Es una guerra internacional porque el narcotráfico, la trata de personas, la extorsión y el lavado de activos actúan sin frontera que los limite. En el caso del Ecuador, sus bandas criminales son verdaderos ejércitos hispanoamericanos, con venezolanos, colombianos y peruanos de refuerzo. El caso del Perú es más dramático porque, además, tenemos minería ilegal, tala de bosques y tráfico de tierras. ¿Cómo llegamos hasta aquí? Igual que en las Ventanas Rotas, permitiendo que lo ilícito avanzara: cuando apareció la economía criminal, creímos que se reduciría a sus guetos productivos (el narcotráfico en las zonas cocaleras; el contrabando en las fronteras; la minería ilegal en Madre de Dios, La Libertad o Arequipa; la tala ilegal en la Amazonía); cuando empezaron a corromper, creímos que era solo para autoridades locales; cuando aparecieron los muertos, creímos que eran simples ajustes de cuentas; cuando salió elegido Pedro Castillo, nos preocuparon sus conexiones con Sendero y no las que tuvo con la minería ilegal y el narcotráfico. Mientras el enemigo se hacía fuerte, nos debilitábamos desunidos. A diferencia de Ecuador, en el Perú la economía criminal no necesita capturar cárceles para negociar porque controla parte del Congreso y desde ahí impone condiciones. Hoy la economía criminal genera trabajo y la actividad en muchas zonas depende de ella. Si ganamos la guerra, tendremos un serio problema económico: gastaremos reservas o nos endeudaremos para los subsidios que se necesiten hasta recuperar empleo.
A la economía criminal se le debe combatir como economía y como crimen. Como economía hay que atacar a sus proveedores y a sus clientes. Como crimen, no basta con meterlos a la cárcel; buscan en el crimen las recompensas que no obtienen en sociedad; creen que dentro del crimen pueden tener éxito. Para ellos la cárcel no es un drama, porque socializan aprendizaje con otros criminales y desde allí mismo pueden seguir dirigiendo sus negocios. Pero también se les debe combatir social y políticamente. Socialmente, porque parte de la población simpatiza con ellos porque reciben los beneficios de la economía criminal. Eso requiere que empecemos a entender a todos los grupos sociales, para recuperar sus simpatías y sus votos. Políticamente, porque la economía criminal necesita destruir el Estado. En resumen: Tolerancia Cero, de verdad esta vez. Rafael Correa, expresidente ecuatoriano, envió un mensaje al actual presidente: “Hoy es momento de la unidad nacional (...) tenga todo nuestro total e irrestricto respaldo, por favor no ceda, nuestras discrepancias políticas las discutiremos al día siguiente de la victoria. La patria nuevamente vencerá”. Tiene razón.
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