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[OPINIÓN] Felipe Morris: ¿Una década perdida?
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Hace unos días el Banco Mundial publicó un preocupante estudio sobre las perspectivas del crecimiento potencial global en lo que queda de la década. El informe titulado “Falling Long-Term Growth Prospects” indica que la economía mundial en general está experimentando una desaceleración y anticipa que la tasa de crecimiento potencial va a caer a su nivel más bajo en tres décadas de aquí a fines de la década de 2020. Dicha tasa es aquella que se puede lograr sin aumentar la inflación. El Banco menciona que casi todas las fuerzas que potenciaron la prosperidad y crecimiento mundial desde inicio de los noventas se han debilitado, no solo como resultado de la pandemia, sino por factores más estructurales, incluyendo: la caída en las tasas de crecimiento de la inversión y la productividad total, el envejecimiento de la fuerza laboral y su menor crecimiento, y las trabas al comercio internacional y la globalización.
Anticipa que podríamos estar ante una nueva década perdida, no solo para algunos países y regiones, sino para la economía mundial en su conjunto. Proyecta que el crecimiento potencial anual entre ahora y el 2030 caería a 2.2% comparado a 2.6% en la década anterior y al 3.5% alcanzado en la primera década del siglo. La desaceleración podría ser aún más pronunciada si se presentan crisis financieras en las economías más grandes que podrían propagarse a otros países, como generalmente ocurre, afectando su crecimiento. En el caso de los países emergentes como el nuestro, estas bajas tasas de crecimiento afectarían su capacidad de enfrentar la pobreza, implementar políticas para prevenir los efectos del cambio climático y cumplir sus otros objetivos de desarrollo. En el caso de América Latina, el crecimiento potencial no caerá tan fuerte como en otras regiones siempre y cuando la estabilidad política y social no se continúe deteriorando.
El estudio concluye que la economía mundial podría revertir esta desaceleración a partir de fines de la década si los distintos países empiezan a implementar una nueva ola de reformas acompañada por una fuerte promoción de inversiones y mejoramiento del capital humano, dentro de un marco macroeconómico sólido. En el caso de nuestra región, incluyendo al Perú, esto requerirá retomar reformas estructurales que mejoren la rentabilidad de las inversiones públicas y privadas y fortalezcan nuestras instituciones e infraestructura, permitiendo incrementar nuestra competitividad internacional. Reformas que venimos postergando. Si bien el Banco Mundial reafirma su compromiso a ayudar a los países para enfrentar este contexto más retador, son los propios países los que deben implementar las reformas requeridas, lo que requiere una madurez política que nos parece esquiva.
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