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[Opinión] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Atrincherarse en debates viejos no sirve para los retos nuevos”
Este año, con motivo del premio Nobel de Economía se publicaron artículos con titulares como el siguiente: “Nobel de Economía 2021 otorgado a David Card por probar que incrementar el sueldo mínimo no reduce el empleo”. Eso ni siquiera califica como engañoso, es falso.
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Este año, con motivo del premio Nobel de Economía se publicaron artículos con titulares como el siguiente: “Nobel de Economía 2021 otorgado a David Card por probar que incrementar el sueldo mínimo no reduce el empleo”. Eso ni siquiera califica como engañoso, es falso.
Su investigación con Alan Krueger se aplicó específicamente a restaurantes de comida rápida en Nueva Jersey y Pensilvania en 1992. El foco del premio no es ese hallazgo, sino la innovación metodológica: aprovechar situaciones reales en que dos situaciones se diferencian solo en un elemento, lo que permite estudiar el impacto que dicho elemento tiene.
Si los restaurantes de comida rápida entre estos dos estados solo se diferencian porque en un estado se subió el salario mínimo y en otro no, siendo en ambos igual el nivel de demanda, la legislación laboral y el marco institucional, existe una oportunidad de oro para saber el impacto del SMV sobre el empleo. Pero la conclusión aplica a ese caso y similares, porque depende de una serie de factores como legislación laboral, cumplimiento de contratos, nivel de informalidad laboral, etc. Trasladarlo a otros sistemas institucionales implicaría desconocer a otros premios Nobel, como Douglass North, quien resaltó el papel del marco institucional formal e informal.
En Perú, con una informalidad de 75-80%, legislación laboral extremadamente rígida a nivel internacional, y aparente poco interés de la Sunafil por supervisar a empresas donde la informalidad es rampante, no aplica. El IPE señala que el BCR estima que subir 10% el SMV implicaría reducir en 2.5% el empleo formal. Preocuparse por el empleo formal, después de que la pandemia ha demostrado la importancia de contar con prestaciones de salud y la posibilidad de reportarse enfermo sin perder ingresos, no es broma.
Por eso preocupa que la ministra Betssy Chavez, quien ha mostrado pragmatismo y criterio en otros temas, haya hecho suyos los 19 puntos de la agenda del exministro Iber Maraví, que busca rigidizar aún más el marco laboral peruano. Eso no va a generar más empleo de calidad. Si 20-25% de los peruanos tiene empleo formal, por regla de tres se deduce que se necesitaría entre cuatro y cinco veces más empresas formales compitiendo por ese recurso humano para generar condiciones estables y realistas para salarios más altos. Sin esa inversión, el empleo va a seguir siendo precario.
Pero frente a lo que estamos haciendo el juego del avestruz con roche es la enorme cantidad de empleos que nos va a quitar la robotización e inteligencia artificial. Es verdad que también crean empleos nuevos, pero solo si hay personal capacitado, que no tenemos. Una publicación del BID señala que 47% de los empleos en los Estados Unidos y más del 60% para países de América Latina y el Caribe están en riesgo de ser automatizados. Ya hay evidencia de empleo perdido en Colombia y Brasil porque exportaciones de estos países a los Estados Unidos han sido reemplazadas por producción americana robotizada. Rigidizar más es darle chamba a un robot.
Debatir políticas en Perú tiene un rezago de décadas que aburre. No mira los riesgos y oportunidades que la tecnología nos va a hacer explotar en la cara. La ideología trasnochada puede ser tan dañina como el discurso de los antivacunas.
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