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[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “OE nos dice la UE”
“Insisto en que todo pasa por instaurar hasta la médula que toda autoridad y funcionario son meros empleados del ciudadano”.
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Ante el Parlamento Europeo, Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea, ha dicho que el Perú vive una “grave crisis estructural, de gobernabilidad, una crisis profunda y duradera con un deterioro institucional que ha ido agravándose, y que está desembocando en una verdadera crisis de representación política”, alertando de que se puede romper definitivamente el vínculo entre representantes políticos y la sociedad, nada menos.
En el Perú, el Congreso ha reducido de 40% a 10% su aprobación desde el inicio de su mandato, reflejo del deterioro de los partidos políticos que lo conforman (entiéndase por partido el participio de partir más que el conjunto de personas que siguen y defienden una misma idea o causa). Las reformas necesarias para mejorar la representatividad (bicameralidad, cámara de diputados con representación directa de un representante para cada circunscripción electoral, elección del Congreso en segunda vuelta, posibilidad de reelección, eliminación del voto preferencial, primarias simultáneas, abiertas y obligatorias, transparencia en financiamiento y gasto de partidos políticos, etcétera) son, en muchos casos, impopulares o inviables. De ese tipo de reformas, lo mejor que se podrá sacar va a ser incompleto. Un tema que no se ha discutido lo suficiente es la prohibición de financiamiento de empresas, que solo aplica a empresas formales, porque la informalidad se cuela por los palos, sí o sí, con las consecuencias que ya vemos.
Imaginemos que se aparecen Santa Rosa, San Martín y la beatita de Humay y nos arreglan el Parlamento. Si el ciudadano, cuando se le inunda todo por las lluvias, no logra que el Estado traiga motobombas ni ayuda suficiente, no se va a sentir representado. El peruano identifica al Estado con el gobierno central, pero es la suma de 4 niveles de gobierno desconectados entre sí.
Para esa representatividad más “tangible”, se necesita arreglar el gobierno central y la descentralización muy deficiente que empezó el gobierno de ATM (iniciales del extraditable, no confundir con cajero automático en inglés). Eso requiere reforma del Estado y la descentralización e instaurar la rendición de cuentas como obligación de todo funcionario o autoridad electa. No rendir cuentas debería ser causal de cese o vacancia. Y data abierta para poder saber qué resultados se están logrando en cada sector, región, provincia y distrito. La revolución que implica el gobierno electrónico y la tecnología puede ser nuestra última chance para un mejor Estado, pero no podemos dejarla en manos solo del Gobierno. Hoy todos los establecimientos de salud están georreferenciados, por ejemplo. Si estuvieran en Google Maps, los ciudadanos podrían poner comentarios y estrellitas respecto de si estaban los médicos y si había medicamentos. Hay que ser más ambicioso (y copión de lo que funciona afuera). No hay razón para que no tengamos una web y un app que permita saber cómo son las citas de los médicos en los establecimientos de salud, y allí ya no es fácil ser médico marcatarjeta.
Insisto en que todo pasa por instaurar hasta la médula que toda autoridad y funcionario son meros empleados del ciudadano. El modelo cultural que tenemos es de autoridad vertical y abusiva, que manda sin dar explicaciones a nadie. Eso explica desde los congresistas ‘mochasueldos’ hasta los ministros, alcaldes y presidentes regionales que se zurran en la gestión anterior y empiezan todo de cero, aunque el ciudadano pague las consecuencias.
Los cuatro niveles de gobierno se tienen que interconectar: los concejos distritales deben representar a todos los vecinos, por zonas, y no ser una mayoría incondicional para el alcalde distrital. El manejo de conflictos en democracia debe vivirse desde esos concejos distritales, porque la cotidianeidad facilita encontrar soluciones razonables. Los concejos provinciales deben conformarse con representantes del gobierno distrital, y así sucesivamente. Esas son solo algunas de las reformas para tener un Estado que el ciudadano reconozca como suyo. Si no arreglamos lo que no funciona, se van a querer tumbar la casa entera. ¿Cómo y dónde se logran esos consensos? El tiempo corre y la UE ya nos advirtió.
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