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[OPINIÓN] Hugo Palma: “Misión imposible: Perú”
“El presidente dice que lucha ferozmente contra la corrupción. Curioso. Ministros y millares de autoridades y nombrados ni mencionan el tema. Crecen las fugas, detenciones y sentencias. Ni sus familiares ni íntimos se libran”.
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¡Llegan los misioneros! Su tarea es muy difícil. El presidente del “gobierno del pueblo” los invitó para que no lo saquen tan pronto. Y le cambia el nombre. Como el pueblo quiere que se vaya, hoy es el gobierno “del amor y la amistad”. Todos los amados y amigos mejoran su situación. ¿Y el pueblo? Bien, gracias.
Es difícil “conocer la realidad” cuando hay varias. Para los invitantes, lo que no funciona es herencia de 200 años en que no gobernaron. Y peor, que otros sectores oficiales le están dando un “golpe de Estado”. El problema es que por su incapacidad y deshonestidad no hacen nada bueno para el pueblo que cada día lo pasa peor. El presidente dice que lucha ferozmente contra la corrupción. Curioso. Ministros y millares de autoridades y nombrados ni mencionan el tema. Crecen las fugas, detenciones y sentencias. Ni sus familiares ni íntimos se libran.
En el Congreso conviven varias realidades. No se sabe si es apoyo al gobierno u oposición. No pocos de sus miembros hacen lo primero bajo la mesa y lo demonizan en público. Tiene 130 miembros; algunos no encontrados. Los hay que no apoyan, pero quieren que siga; otros se oponen pero votan a favor según sus visitas al presidente y ministros. Muchos mutan como virus. Hay también probos y consecuentes, pero pocos. Como los acuerdos son difíciles, inclusive entre delincuentes, con el presidente han reducido la política a si lo vacan o este lo cierra. La mayoría agoniza en un dilema: el pueblo también quiere que se vayan, pero se resisten con todo porque la realidad, que es lo que ocurre fuera de los palacios, es muy fea y no se gana tanto ni tan fácil. Hechas “las sumas y las restas”, podrían animarse a mudar de domicilio al gobierno.
Los otros cómplices “del golpe” son el Ministerio Público y la justicia, apoyados por la Contraloría General, la Defensoría del Pueblo y hasta la Procuraduría del Estado. Reúnen millares de documentos, testimonios, nombramientos, contratos y más elementos que demostrarían que efectivamente gobierna una organización criminal, estructurada en niveles y operativa en todo el país. Y la fiscal de la Nación denuncia al presidente en ejercicio ante el Congreso por dirigirla. La sociedad civil cuenta con instituciones prestigiadas y nuevos grupos alentadores. El gobierno con “portátiles”. Los misioneros tendrán que hablar con todos ellos. Ninguna Constitución podía imaginar esta situación. Pero en América Latina siempre se encuentran maneras de actuar como una creación de García Márquez con pesadillas.
Con todo ello, retornarán más confundidos de lo que llegaron. Tras deliberaciones, consultas y verificaciones, informarán al Consejo de la OEA. Y este podría recomendar: “Esperen un poco. Enviaremos otra misión con criminalistas, penalistas, polígrafo y Tom Cruise, porque, más que político, su problema es que roban demasiado. Mientras, arréglenselas”. Y es así como debe ser, pues para eso somos ciudadanos. Si queremos seguir siéndolo, nadie tiene que hacer nuestra tarea. ¿No es por eso que desde hace dos siglos cantamos “Somos libres”? ¿O es solo porque nos gusta la música?
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