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[OPINIÓN] Hugo Palma: “No nos confundan con hechos”
"Cierto que leyó un discurso que no les gustó a la oposición, a los demás poderes ni a la Policía. Pero fue porque le dijeron que era Día de los Inocentes".
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¡Qué gente tan pesada! Sabemos lo que queremos y nos vienen con datos por aquí, cifras por allá, leyes, resultados, esto y lo otro. Una Asamblea Constituyente que nos haga una nueva Constitución. ¿Cuál es el problema?
Que no nos dejan en paz. Nos ahogan con preguntas y calificaciones porque no la hemos leído. ¿Para qué? ¿Si ya tiene años, es neoliberal, nos empobrece, la inversión roba nuestros recursos, acosa a las empresas estatales, no le interesan la educación, salud y ni prohíbe el tráfico de drogas? Por eso insistimos, aunque hayan encarcelado a nuestro presidente por ser andino, campesino y maestro; aunque no se conoce a sus alumnos. Cierto que leyó un discurso que no les gustó a la oposición, a los demás poderes ni a la Policía. Pero fue porque le dijeron que era Día de los Inocentes y sería simpático hacer una broma que mostrara su sentido del humor. Ni le preguntaron si era en serio. No es justo.
Y vuelven con la cantaleta de hechos, datos, cifras y más. No quieren que volvamos a cuando éramos millonarios y ganábamos muchísimo dinero. Bueno, también las cosas eran caras, los especuladores las escondían y para no cansarnos desaparecían los trabajos. Dicen que con esta Constitución la pobreza de la población bajó del 60% al 20%, pero vemos muchos pobres en este país rico. Y siguen con montones de cifras sobre el aumento del empleo, escuelas, hospitales y carreteras. Que se crearon centenares de millares de empresas de todo tamaño, creció la clase media, subió el promedio de vida, se organizaron pensiones, se redujo el desempleo, comerciamos con todo el mundo, viajamos a muchos países sin visa, llegaban millones de turistas, las universidades mejoraban, nuestra cocina se la peleaban y dale y dale.
Pero nosotros vemos que en realidad no les gustó nuestro gobierno, los 80 ministros, los millares de profesionales que nombramos en el Estado, incluyendo 1,700 prefectos y subprefectos que velaban por la felicidad del pueblo. Tampoco que no hiciéramos casi nada y que lo hecho no funcionara. No nos dieron tiempo de aprender. Pero las concentraciones en Palacio y los Consejos de Ministros descentralizados eran lindos y la gente gozaba, sobre todo con las promesas y los sanguchitos. Nos llamaban ignorantes, incompetentes y a muchos hasta corruptos, afirmando que volaban consultorías y licitaciones, fuimos cariñosos con nuestras familias, amigos y paisanos, que los cargos públicos se compraban, vendían y hasta alquilaban. ¡Qué ocurrencia!
Pero no estamos solos. Los hermanos latinoamericanos nos apoyan. López Obrador, Ortega, Díaz Canel, Castro, Prieto, Arce y Fernández (el pobre, no la rica, que es su jefa) no están contentos con el golpe que vacó al presidente. A Boric no lo entendemos. La OEA está confundida porque no sabe si es rosada, arcoíris o incolora. Mañana seguimos.
En serio. Que todo peruano de bien admire a Ucrania y su gente, pagando con sangre, sudor y lágrimas para que no se extinga la civilización por el ego de un psicópata asesino que hizo de Rusia un paria moral. Honor y gloria a los valientes que luchan y mueren también por nosotros.
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