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[Opinión] Joaquín Rey: Espiral de destrucción
Aunque la absoluta incompetencia para gobernar y los graves indicios de corrupción siguen siendo los sellos de la administración de Pedro Castillo, hay un aspecto de la misma que ha tenido un giro dramático en la última semana. Vemos en esta nueva etapa a un mandatario y ministros que han llevado la confrontación a un nivel extremo, y que muestran estar dispuestos a todo con tal de sobrevivir.
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Aunque la absoluta incompetencia para gobernar y los graves indicios de corrupción siguen siendo los sellos de la administración de Pedro Castillo, hay un aspecto de la misma que ha tenido un giro dramático en la última semana. Vemos en esta nueva etapa a un mandatario y ministros que han llevado la confrontación a un nivel extremo, y que muestran estar dispuestos a todo con tal de sobrevivir.
Así, desde hace unos 10 días, Castillo comenzó a usar su cuenta de Twitter con una frecuencia y beligerancia no mostrada hasta hoy. Y, en paralelo, ha organizado ya dos improvisados mítines a puerta cerrada –nada menos que en Palacio de Gobierno– con representantes de organizaciones de bases que tuvieron pasajes delirantes. La constante en estos encuentros y tweets ha sido los ataques contra la prensa y la Fiscalía matizados con sendos ofrecimientos populistas y algunos otros descaradamente clientelistas.
“Es evidente la confabulación entre una parte del Congreso, la Fiscalía de la Nación y un sector de la prensa para desestabilizar el orden democrático”, dijo el presidente en su mensaje a la nación, el pasado martes, luego del allanamiento a Palacio de Gobierno conducido por la Fiscalía. Al día siguiente, el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, fue un paso más allá: “Si van a continuar con el deseo de dar el golpe al presidente Pedro Castillo, entonces al pueblo no le queda otra cosa (…) este es otro pueblo que sabe defender sus derechos, y si es necesario con la propia vida”.
¿Cómo entender este viraje en la actitud y comunicaciones del gobierno? Pues a estas alturas es evidente que la administración Castillo no será capaz de resolver los problemas que apremian a los ciudadanos hoy –como la inflación, el crecimiento del empleo informal o la inseguridad– ni mucho menos podrá responder a los indicios de corrupción que se suman abultadamente. Ante ello, el único camino para sobrevivir es el de dividir, agudizar las contradicciones y polarizar aún más a la sociedad: Lima contra los demás departamentos, “élites” contra “pueblo”. Es la carta desesperada de un grupo de improvisados que sabe que lo único que lo separa de la prisión son los cargos que ostentan.
Lo dramático de esta estrategia es que, además de profundizar las divisiones de nuestra sociedad, llevará a la implementación de medidas demagógicas y clientelares que precarizarán aún más la institucionalidad pública y a nuestra alicaída economía. Augurio de ello es la manera en que, luego de motivar a los ciudadanos a movilizarse a su favor, Pedro Castillo los invocó a que sean “parte activa de este gobierno a través de los ministerios”. Clientelismo puro y duro sin el más mínimo empacho.
Para desgracia de los ciudadanos, el Legislativo que Castillo tiene al frente no da razones para tener mayor esperanza. La lamentable escena protagonizada esta semana por la hasta hace poco titular del Congreso es solo un episodio más que reduce la confianza y el aprecio de los peruanos por la institución llamada a hacer un contrapeso al caótico Ejecutivo que nos gobierna.
Es cada vez más evidente que la salida a esta crisis pasa inevitablemente por un adelanto de elecciones generales. Este camino claramente no proveerá una solución definitiva a nuestros problemas políticos, pero, por lo menos, constituye una salida –aunque sea temporal– a la espiral de destrucción en la que estamos enfrascados.
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