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[Opinión] Joaquín Rey: “Trabar lo poco que avanza”
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Hace solo dos semanas, el proyecto Quellaveco, importante operación cuprífera de la región Moquegua, recibió la autorización para su operación comercial por parte del Ministerio de Energía y Minas. No obstante, hoy su continuidad se ve amenazada puesto que el gobierno ha decidido revaluar una autorización que le fue otorgada a fines de agosto para utilizar agua de los ríos Vizcachas y Titire, afluentes del Tambo.
Sucede que esta semana, en reunión con Pedro Castillo, las autoridades del distrito de Cocachacra y la provincia de Islay en Arequipa manifestaron su disconformidad con la autorización ya otorgada por la Autoridad Nacional del Agua (ANA). Ante la presión, el presidente Castillo se comprometió a revisar el permiso. Como consecuencia, se espera que en los próximos cinco días el Tribunal Nacional de Resolución de Controversias Hídricas resuelva.
Cabe destacar que la propuesta de Quellaveco para utilizar las aguas de estos afluentes se dio hace más de 10 años, y para emitir la referida autorización la ANA tuvo que realizar diversos estudios tanto en la cuenca del Tambo como en las aledañas. Además, en agosto del año pasado, la empresa Angloamerican concluyó la construcción de la represa de Vizcachas, de 60 millones de metros cúbicos, que proveerá agua para las actividades agrícolas.
Quellaveco es una operación con los más altos estándares ambientales y tecnológicos existentes hoy en el mundo, y demandó una inversión de US$5,500 millones. Durante su fase constructiva se generaron unos 15,000 empleos directos, 6,000 de los cuales han sido ocupados por moqueguanos. Su puesta en marcha permitirá un incremento de 12% en la producción nacional de cobre, la que alcanzará los 2.8 millones de toneladas anuales.
El reciente inicio de operaciones de esta unidad marcó un verdadero hito en el contexto de relativa parálisis del sector. De hecho, no se prevé el inicio de ninguna operación de tal envergadura por lo menos en los próximos cuatro años. Una verdadera luz de esperanza en medio de tantas oportunidades perdidas.
La sola decisión de revisar la autorización del uso de los recursos hídricos en el fondo cuestiona la rigurosidad de los estudios y licencias emitidas a lo largo de muchos años de trabajo, debilita la institucionalidad del sector y envía una señal muy negativa para la inversión minera.
Si, como sostiene el ministro de Economía, el gobierno realmente pretende restaurar la confianza para invertir y consumir en el Perú, se hace a sí mismo un flaco favor con medidas como esta.
Sin salida
Soy sumamente crítico de la ineptitud, inoperancia y graves indicios de corrupción de la administración Castillo. No obstante, considero que la segunda denegatoria de autorización para que el presidente viaje al exterior no contribuye a resolver la crisis actual.
Es evidente que Castillo no es ni cercanamente el representante que quisiéramos para el Perú en el exterior, pero finalmente es el presidente constitucional de la República y, por tanto, es a quien le corresponde ejercer esta función según la Constitución.
Quizás peor que la imagen que pueda proyectar Castillo es la que proyecta un país cuyas autoridades no pueden ponerse de acuerdo para enviar un representante al extranjero. Es, además, una decisión que da pie al discurso de victimización que le es útil al propio Castillo. ¿Vale la pena?
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