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[OPINIÓN] Juan Aicardi: “Epitafio para un héroe y amigo”
“Esperemos que su legado alcance a los cadetes en la Escuela Naval para que ellos comprendan, con su ejemplo, la importancia de lucir un uniforme con muchísima tradición, institucionalidad y coraje, que un marino NUNCA se rinde ni rinde su buque, que lucha hasta el final...”.
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Hay personas que nacieron para brillar y Lucho Giampietri fue una de ellas. Mucho podría decir sobre su carrera, su coraje, su dedicación e integridad, pero prefiero referirme a sus dotes de amistad, institucionalidad y su amor por el Perú.
Tengo la honra de ser su compañero, amigo, compadre y hermano adoptivo, tengo la honra de haber estado juntos en momentos muy difíciles, tengo la honra de haber recibido su total y desinteresado apoyo al final de mi carrera en la Marina, y observen que hablo en presente, porque no puedo aceptar la idea de que haya zarpado de este mundo que tan mal lo trató pese a su digno comportamiento. Para mí, él continúa a nuestro lado porque no era hombre de abandonar a los amigos ni por la muerte.
La Marina le debe el haber sido parte en la recuperación de la institucionalidad, el respeto y el significado de vestir el azul y oro; la Nación, el haber mostrado el espíritu de lucha para combatir a quienes amenazaban al Perú, aun a costa de innumerables procesos judiciales injustos y notoriamente influenciados por una izquierda vengativa y baja; los amigos y compañeros le debemos su jovialidad, su entusiasmo, su dedicación y su energía, los que mantuvo hasta el final a costa de su sufrimiento físico.
Yo lo acompañé cada vez que tenía la oportunidad de viajar a Lima, fuera de mi residencia en el Brasil, para conversar largamente sobre los hechos actuales, los pasados y el futuro sombrío que nos amenazaba, y él siempre se mostró absolutamente crítico, sólido en sus recomendaciones y patriota.
Jamás usó su posición de vicepresidente para nada que no fuera la defensa del país o la política nacional ni para beneficio personal, probando su integridad moral y mostrando que se puede ser político sin caer en bajezas ni contubernios.
La Marina ha perdido un gran almirante, el país un noble patriota que llegó a ser declarado Héroe Nacional por sus hechos, mas mi deseo personal es que se haga público el miserable deseo de organizaciones y jueces de implicarlo en procesos mentirosos y criminales en aras de unos derechos humanos que no pasan de pantalla para ideólogos que buscan la destrucción de la democracia, de la libertad de los pueblos y del verdadero patriotismo.
Un tributo a serle rendido debería ser acabar con esa parodia llamada CIDH y todas sus ONG satélites que tanto daño trataron de hacerle, felizmente sin éxito, pero con mucho sufrimiento.
Esperemos que su legado alcance a los cadetes en la Escuela Naval para que ellos comprendan, con su ejemplo, la importancia de lucir un uniforme con muchísima tradición, institucionalidad y coraje, que un marino NUNCA se rinde ni rinde su buque, que lucha hasta el final, contra viento y marea, pero enarbolando siempre el pendón nacional que nos tiñe el alma con sus colores…
Lucho, que tu ejemplo y esfuerzo no haya sido en vano, que tu espíritu se mantenga, aunque invisible, a nuestro lado y nos continúe inspirando para seguir en la lucha…
Rindiendo la espada figurativamente, digo:
Almirante Luis Alejandro Giampietri Rojas
¡PRESENTE en la Mansión de los Héroes!
* Capitán de Fragata (r) Juan Aicardi.
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