Aclaración a los lectores: este artículo no trata sobre la supuesta capacidad de Israel para lograr que varios buscapersonas (bíperes) y walkie-talkies explotaran casi simultáneamente en las manos, bolsillos o maletas de miembros del grupo islamista radical libanés Hezbolá. Ese tema seguirá siendo objeto de especulación y debate por mucho tiempo. Tampoco entraremos a analizar el efecto de este golpe psicológico en Hezbolá, que ya había reemplazado el uso de teléfonos celulares por bíperes con el fin de evitar que sus comunicaciones fueran interceptadas por los servicios secretos israelíes.
Más bien, propongo algunas reflexiones que podemos extrapolar a otros conflictos y tensiones globales.
El primer antecedente significativo de un ataque cibernético a distancia fue el virus Stuxnet, desarrollado por Israel y Estados Unidos. En 2010, este “malware” tomó control de unas mil centrifugadoras nucleares en el reactor atómico iraní de Natanz, emitiendo instrucciones para que se autodestruyeran. Fue un hito en la evolución de las ciberarmas.
Desde la llegada de la inteligencia artificial, la guerra ha experimentado una transformación. Se han desarrollado métodos y tecnologías muy distintos a los de los conflictos convencionales de antaño. El uso de drones no tripulados que detectan al enemigo con una precisión casi infalible; sistemas antimisiles capaces de interceptar múltiples cohetes en el aire; o dispositivos como el Xaver 1000, que permiten detectar objetos y personas a través de paredes o en el subsuelo, son ejemplos de esta nueva era. Si bien estas invenciones han permitido reducir el riesgo para las vidas de los soldados, también han incrementado, en ciertos casos, las bajas civiles, a pesar de su precisión.
En cuanto a Hezbolá, que ahora instruye a sus miembros a no utilizar ningún dispositivo de comunicación, surge la pregunta: ¿cómo se las arreglarán para comunicarse? ¿Volverán a usar telégrafos, palomas mensajeras o heraldos? La célebre frase de Albert Einstein parece más apropiada que nunca: “No sé con qué armas se luchará la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta Guerra Mundial será con piedras y garrotes”. Inevitablemente, a mayor tecnología, pareciera que nos adentramos a una especie de prehistoria.
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