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[Opinión] Natale Amprimo: ¡Así no, señores!
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La Comisión de Constitución del Congreso pretende que se apruebe una modificación al Reglamento de dicho poder del Estado, a efectos de que, en el lapso de dos semanas, se realicen “dos legislaturas ordinarias sucesivas”, y, de esta forma, se les permita modificar la Constitución de acuerdo a uno de los mecanismos que la Carta Fundamental contempla en su artículo 206.
La triquiñuela legal viene envuelta en papel de seda: se anuncia que lo que se busca es ampliar los derechos fundamentales –que resulta innecesario, pues el artículo 3º de la Constitución puntualiza que la enumeración de los derechos que se incluyen en el Capítulo I no excluye los demás que la Carta garantiza, ni otros de naturaleza análoga–, así como regular lo relativo a la cuestión de confianza, pero, en el fondo, lo que se pretende es introducir el Senado, de forma que, al menos como posibilidad, algunos de los actuales congresistas puedan soñar con regresar al Poder Legislativo pronto, cuando se realicen las próximas elecciones regionales y municipales.
Resulta insólito que aquellos que reclaman el Senado como sustento a una supuesta mayor reflexión en el dictado de leyes la obvian cuando se trata de modificar las reglas para promover una suerte de “repechaje”, de forma que no tengan que esperar cinco años para intentar volver a ser inquilinos de la Plaza Bolívar.
Aquellos que promovemos y defendemos la institucionalidad del país, independientemente de la posición que cada quien tenga respecto del retorno o no a la bicameralidad, no podemos dejar de levantar nuestra voz respecto a esta falta de respeto al ciudadano; no solo porque se desprecia el resultado del último referéndum, sino porque hay quienes han llegado a la desfachatez de compararse con Valentín Paniagua, pretendiendo utilizar groseramente la salida que, de consuno con la OEA, se buscó en el año 2000 para permitir el pleno retorno a la democracia, luego de las antidemocráticas elecciones de ese año, y de aquello que los peruanos experimentamos al difundirse los famosos “vladivideos”.
Comparar la situación del año 2000 con el momento actual no solo ofende la memoria del expresidente Paniagua, sino que revela una absoluta ausencia de sentido de la oportunidad por parte de la mayoría que integra la Comisión de Constitución.
¿Acaso se ignora que una reforma como la que se pretende será aprovechada electoralmente por quienes pretenden destruir nuestro actual sistema constitucional? ¿No se dan cuenta de que, movidos por intereses subalternos, están generando precedentes que serán aprovechados por quienes buscan destruir el sistema democrático?
Me pregunto, ¿por qué no se promovió la votación del retorno a la bicameralidad antes de las elecciones del pasado 11 de abril? ¿No fue acaso que esperaron la elección por puro cálculo electoral, para no perjudicar la votación de los partidos que ellos representan, porque es sabido el rechazo de la población hacia el retorno a la bicameralidad?
¿Los partidos que no son capaces de ofrecernos 130 legisladores de nivel cómo pueden buscar ampliar el número de representantes a 250? El problema no es pues de una o dos cámaras; es de buscar una mejor representación, la que cada día es peor.
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