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[OPINIÓN] Patricia Teullet: Anemia, un problema sin resolver
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Irónicamente, somos al mismo tiempo el país conocido por la calidad de su cocina y uno en el que la malnutrición y la anemia son un problema que no hemos podido resolver.
Según información reciente, el 40.6% de los niños de cero a 36 meses, una etapa crítica para el desarrollo de las neuronas, sufre de anemia. Pero esta también afecta a niños mayores, adolescentes y adultos, incluidas mujeres embarazadas. Tener anemia significa insuficiente oxígeno en la sangre y eso se traduce en síntomas como debilidad y cansancio, teniendo efectos más serios en los casos de anemia severa.
Hace ya 30 años, el Instituto de Investigación Nutricional ejecutó un programa para combatir la anemia en niños en edad escolar. Era la primera vez que un programa nutricional se desarrollaba en zonas rurales alejadas y la idea central era llevar alimentos especialmente diseñados y enriquecidos con vitaminas y minerales para el consumo diario de todos los niños de las escuelas atendidas por el programa. Los alimentos se entregaban a la escuela mensualmente y las madres de familia se organizaban para prepararlos todos los días. Para asegurar la calidad de los alimentos se hacían análisis verificando que estos tuvieran los micronutrientes exigidos por el programa (60% del requerimiento diario de vitaminas y minerales; 100% en el caso de hierro), pero también que tuvieran una presentación y sabor agradables, y esto es algo que muchas veces pasa a segundo plano cuando es una de las condiciones más importantes. En el caso del alimento en polvo que debía mezclarse con agua hervida, este debía ser fácilmente soluble, pues en el polvo era donde estaban los nutrientes.
El programa, evaluado por expertos internacionales, fue un éxito: los niños estaban más inquietos, los niveles de anemia se redujeron y hasta el aprendizaje mejoró.
Final y lamentablemente, el antagonismo político ganó y luego los programas fueron suspendidos y (mal) reemplazados por otros que promovían el consumo de alimentos locales, beneficiando a los comerciantes a costa de los niños que perdían todo lo ganado por la inclusión de las vitaminas y minerales.
El niño que tiene anemia no rinde en la escuela y puede ser incluso retirado de esta. Con poca educación y bajo rendimiento obtendrá un trabajo mal remunerado que no le alcanzará para mejorar las condiciones de vida de su familia, repitiéndose así el círculo de pobreza en una y otra generación.
En su discurso, la presidenta hizo una referencia marginal al problema de la anemia. En las más de tres horas que usó, pudo haber dedicado más tiempo a las mujeres gestantes y a los niños más pequeños y explicarnos cuáles son las acciones para terminar con la malnutrición y la anemia, que no se resuelven entregando canastas con aceite, arroz o fideos.
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