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[OPINIÓN] Paul Montjoy Forti: El siglo en el que se descubrió el placer
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Desde la perspectiva latinoamericana, la academia respecto de estudios literarios evita mencionar el Siglo XVIII, como si el siglo de la Ilustración no hubiese tenido mayor cosa que aportar a las letras. Sin embargo, aquel siglo, minimizado y olvidado por muchos, ha realizado una de las más importantes aportaciones culturales a la literatura universal: El descubrimiento del cuerpo y del placer.
La ilustración trae consigo, además de las rupturas de las formas clásicas del barroco, de Góngora, Lope de Vega y Quevedo, encarga la preocupación de las altas esferas sociales de educar al pueblo (temiendo estallidos sociales, claro está). La necesidad de educar a las masas simplificó la poesía, dotó a la literatura de moralejas. La influencia de los descubrimientos científicos brindó a las letras castellanas de nuevos sentidos: Primero, cientificista o de contenido ilustrado y, después, sensualista o lo que hoy se conoce como rococó.
Tal como menciona el artículo Sensibilidad y sensualismo en la poesía dieciochesca del profesor David T. Gies, el objeto de la literatura dejó de ser la explicación del mundo alrededor (astrología, religión, etc) y pasó al ser el hombre, el descubrimiento de su propio cuerpo, los placeres y los gozos de la vida y de la naturaleza, el erotismo y la sensualidad (temas sin cabida en el barroco del siglo de oro). Esto supone una completa revolución en el campo de las letras. El rococó español surge como una ruptura explícita del barroco, incorporó la corporalidad, la picardía, la sátira y la crítica, sentó las bases del romanticismo, aunque luego terminó por degenerarse en literatura pornográfica. Inclusive, como se menciona en el artículo Sobre el nombre español del dolor romántico del profesor Russell P. Sebold, fueron los españoles rococós los primeros en acuñar un término que describe el dolor de los poetas románticos: Fastidio universal.
La sátira, la picardía y la burla incorporada en la poesía de la rococó resulta fundamental para entender el carácter del hispano de hoy y, por ende, de los latinoamericanos. La observancia de la vida como una serie de placeres que deben ser gozados aquí y ahora resulta fundamental para comprender, luego, el dolor de los románticos; incluso en el placer dentro del dolor y de ese fastidio universal. Caldaso, de quien podríamos decir que es el primer romántico según la lectura de Russell P. Sebold, es quien acuña el término fastidio universal para referirse al dolor de los románticos, antes que los románticos franceses y alemanes, antes de la existencia “oficial” del romanticismo.
A hechura del poder femenino
La mujer también fue el centro de la temática dieciochesca. A muestra un botón, los títulos de varias de las obras de Leandro Fernández de Moratín: “El viejo y la niña”, “La mojigata”, “El sí de las niñas”, “La elegía de las musas”. El siglo de la ilustración también resulta ser progresista en la actividad literaria elaborada por mujeres, quienes participaban en las actividades culturales a la par de los poetas hombres y quienes presidían academias, tertulias y grupos intelectuales en distintas ciudades del Imperio Español del Siglo XVIII. Se destacan poetas como María Rosa Gálvez, Margarita M. Hickey, María Gertrudis Hore, entre otras, olvidadas agrede por críticos hombres que manejaron el campo literario en los siglos venideros y hoy vienen siendo recuperadas por una academia que se ha vuelto a interesar por la Ilustración, un siglo que todavía tiene algo que decir que sigue influyendo hasta el día de hoy.
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