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[OPINIÓN] Rafael Belaunde: “Perú: problema y posibilidad”
“El segundo aspecto para impulsar nuestra productividad es la infraestructura, pues podemos ser muy eficientes en lo que hacemos, pero sin infraestructura física no se puede acceder en condiciones competitivas a los mercados”
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Con este título, Jorge Basadre sintetizó el cúmulo de frustraciones, contradicciones y oportunidades perdidas que han caracterizado buena parte de nuestra vida republicana, pero, a la vez, reivindica la siempre presente e incumplida promesa del Perú. La obra, escrita en 1931, tiene plena vigencia hasta hoy.
Nuestro país, desde los albores de la independencia y antes, ha sido uno con profundas asimetrías geográficas, culturales, sociales y económicas. Los sucesivos gobiernos han intentado -con mayor o menor éxito- reducir esas desigualdades, integrar el país con infraestructura, expandir la presencia del Estado con servicios públicos, integrar a la población con políticas sociales, etc.
El crecimiento económico del Perú en los últimos 30 años (paulatinamente ralentizados e interrumpidos con el COVID-19) contribuyó significativamente en reducir la pobreza, multiplicar la infraestructura y brindar servicios públicos a más ciudadanos; sin embargo, lo avanzado, por más importante que ha sido, es insuficiente para resolver el enorme desafío que nos caracteriza.
La inversión privada, apertura comercial y libertad económica son condiciones necesarias para el crecimiento económico, pero insuficientes para alcanzar el desarrollo nacional, entendido en su sentido más amplio, democrático, justo e integrador. Por ejemplo, la renta fiscal del Estado, impulsada básicamente por la minería, poco o nada puede contribuir en generar los cambios trascendentales que se necesitan, si es que los presupuestos no se ejecutan o se ejecutan mal y con corrupción.
Por ello, es evidente que tenemos un largo camino por recorrer para que el Perú deje de ser un “PROBLEMA” y convertir la “POSIBILIDAD” en realidad en favor de las mayorías.
Así las cosas, una tarea impostergable, no solo de un nuevo gobierno, sino de la sociedad peruana, es aumentar la productividad, tanto en el aspecto humano como en el físico. Si algo tienen en común los países desarrollados, son los altos niveles de productividad alcanzados por sus economías.
La base para mejorar la nuestra (elemento central en el nivel de salarios) está en la salud y en la educación, pues solo con más y mejor salud y más y mejor educación los peruanos podremos aumentar nuestra productividad y ser más competitivos en una economía de mercado integrada al mundo.
El segundo aspecto para impulsar nuestra productividad es la infraestructura, pues podemos ser muy eficientes en lo que hacemos, pero sin infraestructura física no se puede acceder en condiciones competitivas a los mercados. Para ello, ya existe amplia información sobre nuestra brecha, se sabe qué hay que hacer y cuánto cuesta hacerlo, ¡hagámoslo! Salud, educación e infraestructura; acá hay tres elementos en los que deberíamos encontrar consensos y en los que el concurso del privado y el del Estado son necesarios.
Dejemos, por fin, de ser un problema y convirtamos la posibilidad en la realidad por nosotros pero, sobre todo, por nuestros hijos.
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