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[Opinión] Richard Arce: Castillo en el país de las maravillas
Un mensaje a la Nación para el olvido, desconectado de la realidad, sin ningún mensaje importante que responda al contexto que vive el país. Castillo una vez muestra su incapacidad para gobernar que se manifiesta con un discurso perdido en una narrativa negacionista, victimizándose de todo, no entiende que es la corrupción de su Gobierno que nos ha llevado hasta aquí.
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Un mensaje a la Nación para el olvido, desconectado de la realidad, sin ningún mensaje importante que responda al contexto que vive el país. Castillo una vez muestra su incapacidad para gobernar que se manifiesta con un discurso perdido en una narrativa negacionista, victimizándose de todo, no entiende que es la corrupción de su Gobierno que nos ha llevado hasta aquí.
Pretendió enumerar una retahíla de actividades que desarrollan las diferentes carteras de manera cotidiana, que van a funcionar independientemente del Gobierno de turno. Se equivoca con supuestos resultados de su Gobierno sobre la gestión operativa de las instituciones del Estado.
La estabilidad macroeconómica del país, que es fruto de varios años de manejo responsable de nuestra economía, permite que se pueda contener en parte la crisis mundial, pero de ahí a pretender arrogarse como resultados de su Gobierno, hay una gran distancia con la disciplina fiscal y responsabilidad financiera que ahora adolece.
Por ello, refugiarse en cifras infladas, como el crecimiento del país que según él lidera Latinoamérica con 3.84%, es falso –Chile creció en 7.2%–. Al contrario, con sus decisiones negligentes ha profundizado la crisis, con una inflación en crecimiento y medidas mal diseñadas, como la reducción del IGV de algunos alimentos, que no iba a reducir los precios; al contrario, con su demagogia característica culpa a los grupos de poder económico por supuestas malas prácticas.
Lo más vergonzoso del mensaje a la Nación ha sido su nula aceptación de su responsabilidad política en todos los actos de corrupción de su Gobierno, acusando a la prensa y grupos de poder de montajes para desacreditarlo. Una gran falsedad, son sus allegados –secuaces– los que tuvieron la patente de corso para cometer la corrupción que ha sido destapada y de la que la Fiscalía lo acusa ser cabecilla.
No son errores, son delitos, presidente.
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