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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “El liberalismo es woke”
“Ser liberal no tiene nada que ver con ofender porque los valores liberales promueven más bien la convivencia pacífica, respetuosa y cordial”.
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Ha empezado el mes del orgullo y los controladores del orden moral ya están echando espuma por la boca desinformando, ofendiendo y agrediendo en redes sociales a personas LGBTIQ+ y a todos aquellos, incluidas las empresas, que se solidarizan o muestran respeto con esta causa. Dentro de todo este grupo de irracionales voceros del odio, por supuesto que preocupa que personas que integran redes liberales, que ponen a sus organizaciones nombres alusivos a la libertad, que hacen como que trabajan por la libertad y la democracia, y que se presentan como liberales sean los primeros en liderar una cruzada inmoral para desinformar, agredir y burlarse del prójimo.
Pueden reconocerlos porque, además de agredir, a estos falsos liberales se les ha dado por defender un mal llamado “derecho a ofender”, por señalar de colectivista la celebración del orgullo, y por llamar monotemáticos a quienes tratamos de reivindicar la compatibilidad del liberalismo con los derechos que reclaman las personas LGBTIQ+. Sí, los señores y señoras que en cada conferencia que realizan solo saben repetir las palabras mercado, burocracia y desregulación.
Estos señores en nombre de su religión y de su orden moral, en junio salen a atacar a otras personas en un mes que es para celebrar el orgullo de individuos que luchan contra la opresión del Estado y de una sociedad que quiere que permanezcan callados y encerrados. Estos antiderechos que han iniciado una cruzada en nombre de la libertad no tienen como fin este valor, sino imponer su orden moral. No pueden llamarse liberales, nunca lo fueron y no lo serán porque el liberalismo siempre significó el respeto de las libertades individuales y la lucha contra todo poder abusivo. A sabiendas se camuflan dentro del liberalismo, inmoralmente incluso, pese a que reniegan de él.
Se supone que el liberalismo es un conjunto de ideas, principios, actitudes, corrientes, organizaciones, pensadores, activistas, fundaciones cuya columna vertebral es la libertad de la persona humana. En el cuerpo o bagaje doctrinal del liberalismo se supone que está la persona como el centro del orden político. Y se supone también que los liberales deberían esforzarse porque diversos y millones proyectos de vida puedan coexistir en igualdad ante la ley. Como explican José Benegas y Antonella Marty en un brillante Space en Twitter, “la construcción del liberalismo ha sido paso a paso, un proceso espontáneo, coherente, que llegó a cuestionar aspectos que no se hubieran cuestionado”. Y coincido con ellos cuando argumentan que el liberalismo más bien siempre fue woke, contestatario y significó cuestionar, tomar conciencia y despertar ante el abuso y control del poder de cualquier tipo.
Ser liberal no tiene nada que ver con ofender porque los valores liberales promueven más bien la convivencia pacífica, respetuosa y cordial. Los inmorales son entonces esos farsantes que se atribuyen un fin que no persiguen (la libertad) y que para imponer su orden deshumanizan a un grupo de personas por su identidad y orientación sexual para que otros puedan agredirlos sin culpa. Es retorcido buscar construir a las personas LGBTIQ+ como un enemigo político al que se le puede atacar.
El liberalismo no puede ser congruente con esta perversa cruzada inmoral, los liberales más bien compatibilizan con las libertades que reclaman las personas LGBTIQ+, y no solo eso, sino que están llamados a defenderlas y a enfrentarse a estos conservadores antiderechos. La línea que nos separa la expuso Hayek en el texto «¿Por qué no soy conservador?», y hoy más que nunca no hay forma de que los liberales podamos caminar junto con agresores de otros seres humanos. El liberalismo siempre los cuestionará y por eso será siempre woke.
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