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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “El viaje a Puno y el absurdo de hablar de ‘delito provocado’”
“Por más que Vásquez diga que está hablando desde un pedestal jurídico sobre la teoría del delito provocado, lo que al final termina diciendo es que hay víctimas que provocan su agresión”.
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La expresidenta del Consejo de Ministros Mirtha Vásquez ha publicado en X (ex-Twitter) una afirmación bastante irreflexiva y, por supuesto, lamentable. Ante la noticia de que es posible que la presidenta Dina Boluarte viaje a Puno como parte de su agenda y luego de la condenable agresión que recibió por dos ciudadanas en Ayacucho, la expremier manifestó: “¿Que Dina no descarta ir a Puno? La sola idea ya es sociópata. En el Perú deberíamos empezar a discutir la aplicación del llamado ‘delito provocado’, en cuyo caso la responsabilidad debe recaer sobre la persona que con su conducta incita y provoca la reacción ilegítima de otro”.
Para el caso que señala, su afirmación no resiste análisis: es absurda y además grave. Por más que la quiera enmarcar en una elevada discusión jurídica, Vásquez está diciendo prácticamente que si alguien agrede a Boluarte en Puno la culpable sería ella, es decir la víctima y no su agresor. Es así como lo entendieron quienes empezaron a criticarla y de allí hay medio paso a entender que con esas palabras sugirió que una víctima puede ser la responsable de provocar violencia. El cuestionamiento de que una declaración así estaría justificando la violencia no es descabellado. Luego señaló que “La ‘teoría de la provocación’ es una teoría jurídica; proviene del Derecho anglosajón, se aplica en EE.UU. y se discute en otros países producto de la evolución jurisprudencial del derecho (…) Para no caer en la ignorancia presuntuosa”. Dejando al margen de que llama ignorancia a no compartir su punto de vista, Vásquez está tratando de forzar la aplicación de una discusión jurídica a un supuesto que nada tiene que ver o que no explicaría lo que finalmente llega a decir.
Veamos, lo que se conoce como delito provocado o entrampamiento ocurre cuando un agente provocador incita a otro a cometer un delito con el propósito de que el provocado se haga merecedor de una sanción y termine cometiendo un delito que probablemente no se habría propuesto realizar de no ser por la intervención con engaño o trampa del agente provocador. Y esto está muy relacionado con otra figura como es la de agentes encubiertos y con investigaciones en las que hay agentes policiales, o particulares informantes. Los casos más frecuentes son aquellos en los que agentes policiales simulan la intención de cometer un delito para atrapar delincuentes. Entonces el debate va por si se exonera de responsabilidad al agente provocado, o si se sanciona solo a uno o a los dos, o si se atenúa la pena. Dependiendo del marco jurídico de cada país, entonces agresores o delincuentes buscan alegar que han sido entrampados y provocados a cometer delito.
¿Pero eso qué tiene que ver con que Boluarte, en ejercicio de una actividad libre, legal, que además es su trabajo, vaya a Puno? ¿Cómo explicaría que alguien a costa de su propia integridad y vida induzca o provoque en otro a que cometa delito de lesiones contra ella misma? ¿Cómo sería ese entrampamiento o engaño de la presidenta? Las respuestas invitan al disparate: ¿les va a engañar que es por su bien, que es una actuación, o que es un sacrificio? Cualquier circunstancia en lo que expuso Vásquez estaría más cerca del absurdo que de la figura del delito provocado que cita. O acaso, ¿Boluarte con engaños convence a dos ciudadanas para que la golpeen frente a cámaras y luego busca enviarlas a la cárcel? Si el caso fuera así, estas personas podrían alegar delito provocado para atenuar o exonerarse. Bien insensato, realmente.
Por más que Vásquez diga que está hablando desde un pedestal jurídico sobre la teoría del delito provocado, lo que al final termina diciendo en sus posts es que hay víctimas que provocan su agresión, sobre todo víctimas que no le simpatizan, y así lo entendió cualquier mortal de X (ex-Twitter). Y hablar de víctimas provocadoras sí resulta contradictorio con el Estado democrático de derecho y con cualquier vocación humanista. En tiempos de polarización los políticos no solo evidencian falta de amigos críticos sino también que son renuentes para leerse a sí mismos.
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