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[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Pensar como ciudadanos”
“Vemos que la tarea de preservar la democracia se complica cuando los ciudadanos desconocen qué significa, y desconfían de su funcionamiento e instituciones”.
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En mi columna de la semana pasada abordé las reflexiones del libro La crisis del capitalismo democrático del reconocido analista económico Martin Wolf, quien propone equilibrar la unión entre capitalismo y democracia porque la democracia liberal como símbolo de progreso y bienestar va perdiendo confianza y ganan popularidad los discursos políticos que pregonan que se puede prescindir de ella.
Me parece relevante seguir conectando con este libro porque su conclusión propone algo simple, aparentemente una perogrullada, pero cuya ausencia tiene que ver con lo que nos pasa a los peruanos. Parece idílico decir que hay que restaurar la ciudadanía, sin embargo, en su ausencia está buena parte de nuestros problemas.
El autor del libro mencionado hace hincapié en las virtudes cívicas cuando señala que ni la política ni la economía funcionarían sin un grado sustancial de honradez, confianza, veracidad y lealtad a las instituciones políticas, jurídicas y económicas. Alerta que en ausencia de estas virtudes un ciclo de desconfianza corroerá las relaciones sociales, políticas y económicas. El Perú es una materialización de esta reflexión.
Creemos que como país hemos entendido que el fortalecimiento de la institucionalidad necesita del fortalecimiento de la ciudadanía, pero no. Creemos que hemos hecho esfuerzos en ese sentido, pero ni lo que hace el sector privado, ni el Estado alcanza.
Situémonos en los jóvenes. El Perú registra bajos niveles de participación de los jóvenes en grupos, organizaciones y/o asociaciones. No llegan ni al 10% y el indicador está en decrecimiento, lejos de la meta de la Política Nacional de la Juventud a 2030. La gran mayoría considera que la democracia es importante, pero la percepción sobre su funcionamiento óptimo es baja, es decir están insatisfechos con la democracia como sistema para solucionar problemas. Esto va de la mano con una fuerte desconfianza en las instituciones de la democracia.
Hay también un Estudio Internacional de Educación Cívica y Ciudadanía (ICCS) que se hace cada 6 años y el de 2022 está por salir, pero en el anterior de 2016 nos fue pésimo. Según el informe nacional de resultados del Perú basado en ese estudio, solo uno de cada tres estudiantes evaluados tendría la capacidad de identificar la democracia como sistema político y comprender que las instituciones y el respeto a la ley pueden promover valores democráticos en una sociedad. Además, un porcentaje relevante de estudiantes peruanos se mostró a favor de prácticas vinculadas con el irrespeto a la ley, la corrupción y el autoritarismo en el gobierno.
Vemos que la tarea de preservar la democracia se complica cuando los ciudadanos desconocen qué significa y desconfían de su funcionamiento e instituciones. Si no se ha pensado como ciudadano desde escolar o desde jóvenes no esperemos que se piense así de adultos. Son aproximadamente 8 millones de peruanos que se encuentran entre 15 a 29 años de edad y por allí hay que empezar para la construcción de una sociedad democrática. Tan pronto comprendamos este pilar podremos sensibilizar a otros de su urgencia.
Como aporta Wolf, una comunidad política democrática sobrevive y prospera cuando se piensa y se actúa como ciudadanos. Si se rompe este vínculo esa comunidad fracasará. Y esto no se aprende de la noche a la mañana, ni con esfuerzos pequeños, ni coyunturales, ni aislados. Recuerdo claramente la segunda vuelta y la amenaza del proyecto político de Castillo: muchos queriendo apoyar en último momento a que las personas comprendan los valores democráticos y la importancia de salvaguardar la economía. Siempre quieren hacer en procesos electorales lo que no están dispuestos a hacer antes. Una vez que se fue Castillo se olvidaron de nuevo de la importancia de apoyar la lealtad a las instituciones políticas, económicas y jurídicas a través de una educación continua y abierta para la libertad y la democracia. Y la tragedia empieza de nuevo.
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