PUBLICIDAD
[Opinión] Mónica Delta: Temporada de “caza”
Lo único que ha cambiado en las últimas semanas, para beneplácito de Castillo, es que el juego en pared entre sus defensores –encabezados por Aníbal Torres, sus verdaderos operadores del Congreso
Imagen
Fecha Actualización
El Congreso, una vez más, se pone en el ojo público bajo el escrutinio ciudadano. La elección de la próxima presidencia del Legislativo jugará un papel determinante, no por el quién, sino por el cómo. Dependerá de su capacidad de encontrar consensos para consolidar el bloque fiscalizador al (des)gobierno de Pedro Castillo, o se seguirá fragmentando y le entregará una victoria clara al Ejecutivo para que en el país se mantenga la precariedad de una administración que tiene como interés central su sobrevivencia política y judicial; o se faja de una vez por todas y se convierte en el contrapeso político para evitar que sigan debilitando la poca institucionalidad que queda.
Lo único que ha cambiado en las últimas semanas, para beneplácito de Castillo, es que el juego en pared entre sus defensores –encabezados por Aníbal Torres, sus verdaderos operadores del Congreso (que no hacen mucha bulla pero actúan esperando la oportunidad del sabueso de oler al muerto), como un experimentado Guillermo Bermejo, las distracciones perturbadoras como factor de exaltación que encuentran en un actor de reparto (por ahora) como Antauro Humala (quien les garantiza el show paralelo), los tontos útiles que parecen reproducirse y los que cuidan su chamba– les está funcionando, sin duda. Al frente, donde nadie sabe bien para quién trabaja, donde no hay liderazgos, donde no existe una lectura clara de aquellos que mueven sus eventuales votos, cual veletas, a cambio de permanecer para seguir ganando alguito, además de tiempo, se genera un campo más fértil para el descalabro democrático. Ello, pese a que el momento los obliga a cierto grado de desprendimiento.
Mientras tanto, el peruano de cada día está sobreexpuesto a la confrontación, a la infidencia, a la precariedad en todos sus niveles, y qué decir de la desconfianza frente a esta clase política, en la que abundan discursos de odio, que lo que logran es aniquilar la esperanza y dar pie a situaciones peores. El gobierno seguirá jugando a buscar culpables sin asumir su responsabilidad, agudizando las contradicciones, que diluyen las investigaciones en su contra y el Congreso parece que continuará sin estar, mínimamente, a la altura de sus representados. Pobre Perú.
PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
Imagen
Imagen
Imagen
PUBLICIDAD