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Cero y van tres
Se sabía desde hace días que tanto el jefe de Estado como la primera ministra no lograban ponerse de acuerdo sobre lo sucedido con Guillén
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Tanto fue el cántaro al agua que al final se rompió. En seis meses de gestión, Pedro Castillo nombrará a su tercer gabinete ministerial y a su cuarto ministro del Interior, lo que confirma el nivel acelerado de desgobierno e improvisación del mandatario en la gestión pública. El asunto es más que preocupante y, a no dudarlo, el Perú terminará pagando la errática manera en que se están conduciendo en el gobierno.
La premier Mirtha Vásquez presentó su renuncia ayer, luego de que el presidente, tras prolongados tiras y aflojes durante el conflicto en el Ministerio del Interior que terminaría con la salida de Avelino Guillén, anunciara cambios: “Como siempre… el gabinete está en constante evaluación. Por tal motivo, he decidido renovarlo y conformar un nuevo equipo”.
Se sabía desde hace días que tanto el jefe de Estado como la primera ministra no lograban ponerse de acuerdo sobre lo sucedido con Guillén, que enfrentó la insubordinación de un general de la PNP –Javier Gallardo– sin recibir ningún apoyo del presidente, quien, en cambio, parecía estar muy cómodo con la inaceptable conducta del oficial, que a la postre fue pasado al retiro.
En su carta de renuncia, Mirtha Vásquez explica que se marcha del gobierno ante la imposibilidad de lograr “consensos sobre el liderazgo” y “el respeto por las líneas institucionales en el sector”, pero fue más lejos aún al denunciar que no se trataba de “un asunto cualquiera y coyuntural”, sino de un “problema estructural de corrupción en diversas instancias del Estado”.
Aunque llega un poco tarde su reprimenda a Castillo –recordemos que miró al techo y se calló la boca cuando estallaron escándalos como los de Sarratea, Petroperú o el nombramiento irregular de Salaverry– y no fue digamos de ayuda para el país a la hora de solucionar conflictos sociales, debido a su posición abiertamente antiminera, la suya es una acusación que reviste gravedad.
Estamos hablando del sector que se encarga de darle seguridad a la ciudadanía, hoy más desprotegida que nunca ante la delincuencia y la corrupción. Lo cierto es que el presidente va de yerro en yerro y nada permite avizorar que siquiera, como confesó en una entrevista reciente, esté “aprendiendo” de sus errores –descomunales metidas de pata, más bien– pues los sigue cometiendo una y otra vez.
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